Las abejas, Apis mellifera L., son insectos sociales que viven en colonias perfectamente organizadas donde cada uno de los individuos se encarga de una función determinada de acuerdo con su desarrollo físico y edad. Estas colonias están formadas por tres tipos de individuos: reina, obreras y zánganos.
Reina
Cada colonia tiene una reina. La reina es la única abeja fértil de la colmena y es la encargada de poner los huevos que formarán las nuevas generaciones de abejas.
Físicamente se diferencia del resto de abejas por su abdomen más alargado. Carece de cestillos para el polen, buche de miel y glándulas de secreción de cera, y su corta lengua hace que tenga que ser alimentada por las abejas obreras.
Siendo el mismo huevo el de una obrera y una reina, éste dará una abeja reina al alimentar las obreras a la larva exclusivamente con jalea real durante todo el periodo larvario. La celda en la que se cría (realera), además, es mucho más grande que el resto y vertical, con forma de cacahuete. Tras 16 días de la puesta del huevo, emergerá la abeja reina.
Unos días después, la abeja reina realiza uno o varios vuelos nupciales en los que será fecundada por varios machos (de 15 a 20 en nuestra zona), que morirán tras la cópula. Los espermatozoides, serán almacenados en una bolsa en su abdomen, la espermateca, y fecundarán los huevos que ponga a lo largo de su vida.
Aparte de poner huevos, la abeja reina se encarga de la cohesión de la colmena mediante la emisión de feromonas. Las obreras, al entrar en contacto con la reina, se impregnan de estas feromonas que, mediante trofalaxia (transferencia de boca en boca), se distribuyen por toda la colmena regulando el comportamiento de éstas (no cría de otras reinas, agrupación, estirado de la cera…).
Obreras
Las abejas obreras son las otras hembras de la colmena. En la colonia, conviven distintas generaciones de abejas obreras que trabajan de manera conjunta y coordinada, y, en función de su edad y las necesidades de la colonia, realizan diferentes tareas (Figura 1).
Nada más emerger del opérculo, durante aproximadamente los primeros 12 días, se dedican a labores de limpieza manteniendo las celdas de cría limpias. Debido al desarrollo de sus glándulas hipofaríngeas son capaces de producir jalea real, de modo que se dedican a la alimentación y cuidado de la cría. Después de ese tiempo se atrofian las glándulas de producción de jalea real y se desarrollan las glándulas cereras, por lo que durante una semana se dedicarán principalmente a labores de construcción de panales y su mantenimiento. Más tarde, durante casi otra semana, saldrán ya a la piquera para vigilar la entrada, y harán vuelos de reconocimiento de su entorno.
Finalmente, en la última parte de su vida, unas 2-3 semanas, se encargarán de la recolección de néctar, polen, propóleos y agua del exterior. Esta última fase puede alargarse a varios meses si nacen hacia el invierno.
DÍAS
TAREAS
Del 2º al 12º
Limpiar celdas y calentar a la cría. Alimentar a las larvas (se les llama abejas nodrizas). Producción de jalea real.
Del 12º al 16º
Producción de cera y construcción de panales. En caso de ser necesario, están capacitadas para la crianza de una nueva reina mediante construcción de la celda real.
Del 17º al 21º
Defensa de la entrada de la colmena.
Del 22º al 42º
Recolección de néctar, polen, propóleos y agua en el campo.
Tabla 1. Tareas de las abejas obreras a lo largo de su vida.
Zánganos
Los zánganos son los machos reproductores, encargados de la fecundación de las reinas y, en algunas situaciones, colaboran en la ventilación de la colmena. Cuando la reina, al ir a depositar el huevo en la celda, detecta que ésta tiene mayor tamaño que el de una obrera, deposita en ella un huevo sin fecundar, que dará lugar a un zángano. En la colmena viven varios cientos de machos de primavera a otoño, momento en el que son expulsados de la colmena por las obreras para morir de hambre o de frío.
Fases de desarrollo
Las abejas tienen diferentes etapas en su desarrollo: huevo, larva (de varias edades), pupa e imago (Figura 2).
La reina, una vez fecundada, comienza con la puesta de los huevos pasados unos días. Éstos son blancos, cilíndricos y alargados, de una longitud entre 1.3 a 1.8 mm. La fase de huevo tiene una duración de tres días. A medida que se desarrolla el embrión en su interior, el huevo se va inclinando, hasta quedar tumbado en el suelo de la celda. La pequeña larva recién nacida está enroscada como un arco que, al crecer, va aumentando su curvatura cada vez más. Presenta un color blanquecino, sin ojos ni antenas. Su única función es alimentarse y crecer.
Tras el nacimiento, estas larvas sufren mudas consecutivas que contribuyen a su crecimiento. La duración del estadio larvario es distinta en las diferentes castas, siendo inferior en la abeja reina que en las abejas obreras y los zánganos. Durante esta etapa, son alimentadas por las abejas nodrizas (abejas jóvenes), que les darán jalea real los tres primeros días de vida y posteriormente pan de abeja (mezcla de polen y miel) hasta que pasen al estado de pupa. Esto no es válido para aquéllas destinadas a ser reinas, que continuarán alimentándose de jalea real.
En el último estadio larvario, las obreras adultas operculan la celda con una capa de cera, y la larva construye un capullo (pupario) de seda en el que ocurrirá la metamorfosis hasta la formación del adulto. La metamorfosis comienza por un estrechamiento de los anillos que se convertirán en la región cefálica y torácica, y sigue con la diferenciación de las tres partes del insecto (cabeza, tórax y abdomen) y la de sus extremidades torácicas (patas y, finalmente, alas). Los ojos compuestos son la primera estructura que empieza a tomar color, cambiando de blanco a violeta. Poco después, el resto del cuerpo comienza a tomar la coloración de la abeja adulta. Una vez el adulto se ha formado, emergen de la celdilla rompiendo el opérculo con las mandíbulas. A partir de este momento, en función de la casta a la que pertenezca, realizará una tarea u otra dentro del superorganismo que es la colmena.