El agua, junto con la flora, es el otro recurso imprescindible para las colmenas.
Las necesidades son muy variables, dependen de la humedad relativa ambiente y de la tasa de pérdida de humedad de los insectos, ya sea por la cutícula, por el sistema excretor o por el sistema respiratorio, pero es absolutamente crucial en los meses de altas temperaturas, ya que una colmena puede llegar a consumir 250-500 ml de agua al día o incluso más (no se conoce con exactitud).
La cría debe mantener una temperatura en torno a los 34 ºC y una humedad en torno al 60 %.
En pleno verano, cuando la temperatura exterior se eleva, la interior tiende a superar los 35 °C y es necesario asegurar una regulación térmica. Esto únicamente lo consiguen evaporando agua con las alas en el seno de la cámara de cría. Además, con esta evaporación refrescará los panales de cera que pueden reblandecerse y caer o unirse unos con otros por el excesivo calor.
El acarreo de agua a la salida del invierno anuncia el aumento de la cría. Tanto las abejas adultas como las larvas necesitan importantes cantidades de agua. Para la alimentación larval se utiliza mucha agua, especialmente durante la fabricación de la jalea real. También para el pan de abeja, así como para diluir la miel.
En definitiva, deben tomar agua frecuentemente para sobrevivir, ya que es un elemento fundamental en la alimentación y en la refrigeración de la colonia.
Fuentes de agua
Las abejas obtienen agua a través del néctar y además realizan viajes especiales de recolección para obtenerla de las gotas de rocío en las plantas, encharcamientos u otras fuentes cercanas.
Lo mejor es disponer un punto de agua fresca cerca de las colmenas, pero si el apiario no tiene una fuente de agua cercana el apicultor habrá de proveerla. Se puede colocar agua permanente a algunos centenares de metros, pero no más lejos.
Podemos proveerlas de bebederos. Lo importante es que el agua no sea profunda de modo que no se ahoguen al ir a beber y que esté bajo sombray cubierto para evitar su contaminación con excrementos de las abejas vuelos portadoras de nosemiasis en sus vuelos de limpieza. Hay firmes sospechas de que la contaminación con nosema se ve intensificada muchas veces por fuentes de agua que ha quedado estancada, tales como lugares de poco drenaje en la cercanía del apiario.
¿Quién y como recolectan el agua?
A finales de invierno y después de la sequía del verano las obreras especializadas, las aguadoras (pecoreadoras), frecuentan los lugares húmedos.
A menudo, las vemos por la mañana, aspirar las gotas de rocío con la trompa o recoger agua del borde de los charcos o de los riachuelos. Las aguadoras recogen gotas de agua que colocan en la parte superior de las celdillas para que al evaporarse proporcionen la humedad necesaria al pollo, que de otro modo moriría por deshidratación.
El agua no es almacenada en la colmena.
El agua suministrada debe estar limpia. Aunque generalmente no buscan con preferencia aguas puras. Por el contrario, sienten inclinación por los charcos, los urinarios y los purines, que les proporcionan materias nitrogenadas junto con el agua.
Los posibles problemas que puede generar la falta de agua
Las abejas que no encuentren una fuente de agua cercana pueden volar largas distancias para conseguirla, pero será a costa de consumo de miel. Pensando en la producción, se trata de un aporte estratégico, pero que además es obligatorio atendiendo a las leyes de bienestar animal, ya que existen sanciones a las que se puede exponer el apicultor, si una inspección del SEPRONA (Guardia Civil) denunciara una falta contra la mencionada ley de bienestar animal.
También podemos ocasionar molestias si tenemos hogares vecinos, pues es común que recurran al agua de las piscinas cercanas y motive quejas contra el apicultor. O incluso si hay algún ganadero es posible que las abejas vayan a los bebederos del ganado y pueda generar algún tipo de problema con los animales (vacas, caballos, etc.) al no acercase al abrevadero por temor a ser picados.
El agua y el transporte
Debemos tener también en cuenta que la considerable subida térmica que se observa después del enclaustramiento parece provenir de la agitación de las pecoreadoras, agitación que estaría en relación directa con la necesidad de agua.
Esta imperiosa necesidad de agua puede ser la explicación de ciertas asfixias inexplicables durante el transporte de colmenas cerradas.
Y es por lo que, en caso de avería prolongada, durante una trashumancia, el riego de las colmenas puede evitar la muerte de las colonias.