Malnutrición y hambre de las colmenas: cómo detectarlo y solucionarlo

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Malnutrición y hambre de las colmenas: cómo detectarlo y solucionarlo

Necesidades de las abejas

Últimamente la atención a la nutrición de las colmenas se ha hecho mucho más necesaria. Por un lado, ha aumentado enormemente el número de colmenas, global y por asentamiento. Y, por otro, el cambio climático, con su aumento de temperaturas, su disminución del régimen de lluvias, y su aumento de acontecimientos extremos, hace que haya fallos de floración más frecuentes, sobre todo en otoño, cuando la renovación de la población cara a la supervivencia invernal y arrancada en primavera temprana es vital. 

Las abejas tienen una dieta basada en solo dos componentes: miel y polen.

La miel

La miel es el resultado de la maduración del néctar, que pasa de tener alrededor del 60 % de agua a solo el 18 %, y cambia su composición de azúcares por las enzimas de la saliva de las abejas.

El consumo anual de miel de una colmena está entre unos 50 y unos 120 kg.

La miel les aporta azúcares, y algo de agua y minerales, nada de grasas, y solo algunas, como la septembrina (biércol, Calluna vulgaris), tienen algo de proteínas, menos del 1 %. Con esos azúcares las abejas:

  • formarán su exoesqueleto de quitina, que es un polímero derivado de la glucosa

  • los almacenarán en su hemolinfa para producir energía (calor tiritando, movimientos musculares de alas y patas, respiración…)

Las mieles suelen tener alrededor del 70 % de azúcares, 18 % de agua, y el resto son hidratos de carbono poco digeribles por las abejas, algunas otras sustancias orgánicas, y minerales.

Las mieles muy viejas, de 4 años o más, o muy recalentadas, no son buenas para las abejas por su alto contenido en HMF.

El polen

El polen también es modificado por las abejas. Lo empaquetan en celdillas, lo apisonan para sacar el aire, y le añaden miel y parte de su saliva, que lleva bacterias lácticas. Esto, unido a la temperatura de la colmena, produce una fermentación tipo yogurt o queso, que lo mejora y aumenta su conservación.

El consumo anual de polen de una colmena está entre unos 12 y unos 40 kg.

El polen aporta también azúcares, agua y minerales, pero es el único que aporta proteínas, grasas, y vitaminas. Con esas sustancias las abejas:

  • formarán sus tejidos, musculares y otros

  • fabricarán los péptidos antimicrobianos de su sistema inmunológico

  • producirán enzimas, hormonas y toda una serie de moléculas necesarias para su supervivencia

  • fabricarán el ADN que contendrá su información genética

  • en casos necesarios extremos, las degradarán para producir energía

Los pólenes tienen entre 25 y 40 % de azúcares, 18 y 32 % de proteínas, alrededor del 20-25 % de agua, 2 a 6 % de grasas, vitaminas, sobre todo del grupo B, otras moléculas orgánicas y 2 a 4 % de minerales. Los de cada planta tienen composición diferente, por lo que una dieta completa de las abejas ha de tener varios, al menos 4 diferentes en las peores épocas. A veces las abejas recogen pólenes hueros, que la planta ha producido con escaso nivel de reservas debido a mala meteorología (heladas, sequía…)

El polen ensilado en las celdillas tarda unos 10-20 días en fermentar, y luego, a los dos meses, comienza a perder componentes. En invierno, con el frío, se conserva mejor y dura más.

Una dieta completa, de una colmena criando, suele tener alrededor de 80 % de miel y 20 % de polen; y sin cría, alrededor del 90 % de miel y 10 % de polen.

Según estos datos, la dieta completa teórica de las abejas debería tener alrededor de:

  • 72 % de azúcares

  • 20 % de agua

  • 4 % de proteínas

  • 1 % de grasas

  • 1 5 de minerales

  • y algo de fibra y vitaminas.

Cuando fallan alguno de estos aportes, en cantidad o en calidad, las abejas estarán mal nutridas, y eso tiene consecuencias. Brodschneider en 2010 las evaluó con el siguiente esquema:

Consecuencias

Las abejas disponen de reservas nutricionales de dos tipos:

  • en la colmena, miel madurada y polen ensilado en los panales

  • en la abeja, bajo el tercer anillo abdominal a la vista (5º en realidad, tiene 2 metidos bajo el tórax), sus “michelines”

Gracias a estas reservas las colmenas pueden mantenerse, y seguir criando, mientras duren, en épocas de penuria por falta de floración o meteorología desfavorable.

Pero, si finalmente se agotan, la colmena padecerá una serie de problemas:

  • Disminución de la cría, y de la población adulta

  • Disminución de la producción de péptidos antimicrobianos, y aparición de enfermedades que estaban latentes: loques, nosema, pollo escayolado, virus…

Como dice el refranero: “a perro flaco, todo son pulgas”, y “donde no hay harina, todo es mohína”.

Detección de problemas

Es importante detectar lo antes posible los problemas de mala nutrición. Para ello bastará fijarse en los síntomas asociados durante nuestras inspecciones de colmenas. debemos tener claro el orden de observaciones a hacer para definir la situación y ponerle el remedio adecuado.

Síntomas en piquera

Cuando se llega al colmenar es conveniente, antes de nada, revisar las piqueras, y marcar las colmenas que presenten alguna anomalía. Estas se revisarán las últimas, una vez acabada la revisión de las sanas. Los síntomas de mala nutrición, o hambre, en piquera, son:

  • Pillaje. Normalmente hay pillaje de las colmenas más fuertes hacia las más débiles cuando hay escasez. Puede apreciarse por la actividad de las pilladoras en la piquera de las colmenas atacadas, y por la presencia de serrín de cera clara, de opérculos, en la entrada.

  • Matanza de zánganos, fuera de temporada, se verán, además de los adultos, sus pupas, y algunas de obrera (frecuentemente raquíticas, con abdómenes muy cortos)

Foto 1. Pupas expulsadas por hambre. Archivo Pajuelo.

Foto 2. Pupa de obrera raquítica. Archivo Pajuelo.

  • Número elevado de abejas muertas, sobre todo después de un golpe de fría, entre las que, una buena parte, tienen el abdomen más corto que las alas (por ausencia de “michelines” bajo el 3er anillo abdominal)

Foto 3. Abeja gorda, abeja flaca. Archivo Pajuelo.

Este síntoma también puede ser causado por un ataque de nosema o de varroa, ya que en ambos casos hay malnutrición de las abejas, por destrucción de la pared intestinal, o por consumo de las reservas de grasas, respectivamente.

Síntomas en los panales

  • Escasez de reservas de miel y/o polen, inicialmente; si el problema persiste aparecen fallos en la cría, ya que una parte habrá muerto por hambre, o por problemas asociados a la malnutrición (enfermedades), o habrá sido canibalizada para reciclar sus nutrientes

Foto 4. Ausencia de miel y cría salpicada. Archivo Pajuelo.

  • Escasez de jalea real en las larvas jóvenes.

Foto 5. Larvas jóvenes “en seco”, sin jalea real. Archivo Pajuelo.

  • Canibalismo. Las abejas muy hambrientas limitan la cría canibalizando las larvas pequeñas, de menos de 3 días (lo que da un aspecto salteado a la cría abierta), o las pupas con defectos de desarrollo (raquíticas… lo que da aspecto salpicado a la cría operculada)

Foto 6. Cría operculada salpicada y canibalizada. Archivo Pajuelo.

Foto 7. Pupa canibalizada. Archivo Pajuelo.

Detección post mortem

Cuando una colmena muere de hambre, el último grupo de abejas que queda suele meterse de cabeza en las celdillas, como cuando hacen la piña de invierno, para transferirse la temperatura de uno al otro lado del panal (la cera es una grasa, buena conductora del calor), intentando sobrevivir el máximo tiempo posible. Finalmente, cuando ya no pueden conservar una temperatura corporal de alrededor de unos 12 °C, perecen. En ese grupo final suele estar la reina.

Foto 8. Colmena muerta de hambre y frío. Archivo Pajuelo.

En estos casos es posible que encontremos miel en los cuadros costeros, a la que las abejas no han tenido acceso al no poder salir de la piña central por el frío que las paraliza.

Remedio

Cuando una colmena se debilita excesivamente es difícil de recuperar. Conviene estar atento a estos síntomas y actuar rápidamente.

La solución es alimentar, pero adecuadamente:

  • Con piensos líquidos en épocas de actividad, y pastosos en épocas menos favorables

  • Siempre en zonas de acceso y actividad de las abejas, atemperadas, cerca de la cría, pero sin romper la unidad de la cámara de cría

  • Los piensos han de estar compuestos, principal o exclusivamente, de azúcares si lo que se ha detectado es carencia de miel y la colmena tiene polen (en panal o en el campo). Pero, si hay escasez de polen, deberá aportarse un pienso con proteínas, grasas y vitaminas, o acompañar el aporte de uno con azúcares con otro que suministre esos compuestos.

Y en nuestro clima mediterráneo, caracterizado por una temporada veraniega de falta de lluvias, no hay que olvidar el aporte de agua a las colmenas, en los asentamientos que no dispongan de ella.

Fuente: www.latiendadelapicultor.com