En el mes de septiembre, Argentina exportó casi 10 mil toneladas de miel por efecto de las retenciones

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En el mes de septiembre, Argentina exportó casi 10 mil toneladas de miel por efecto de las retenciones

economia argentina 2019

En el mes de septiembre, Argentina exportó casi 10 mil toneladas de miel por efecto de las retenciones

Conversamos con Javier Cao y Hernán López Toledo de la reconocida consultora económica ABECEB, respecto de los escenarios económicos en Argentina para el 2019 y su impacto en el mercado de la miel

Hoy presentamos una nueva visita de Infomiel.com a ABECEB, y estamos dialogando con Javier Cao. Javier, buen día, gracias por recibirnos nuevamente.

 Este ha sido un año de muchos cambios: uno de ellos han sido las retenciones o derechos de exportación, tal como hablábamos en la última entrevista con Hernán, que también está con nosotros. ¿Cómo analizan estos cambios desde ABECEB? ¿Cómo impactan? ¿Impactan directo al productor?

Primero, necesitamos desandar la historia y lo que ha pasado en términos macroeconómicos en los últimos meses, y cómo eso terminó en la reimplementación de los derechos de exportación, y, después, podemos analizar el impacto.

Básicamente, lo que ha ocurrido en la Argentina es una crisis de confianza, que derivó en un fuerte aumento de la volatilidad macroeconómica, cuyo principal indicador fue el fuerte salto del tipo de cambio que hubo entre diciembre de 2017 y septiembre de este año. Esta volatilidad es provocada por las dudas que surgieron sobre las posibilidades que tenía el Gobierno de cumplir con las metas que se había impuesto, en un contexto en el que el programa fiscal estaba enmarcado en una estrategia bien gradualista con correcciones muy leves, y cuyo objetivo era corregir el desajuste fiscal en el largo plazo, lo que, obviamente, requería de un financiamiento vía deuda en el medio. Al mismo tiempo, había indicios de que podían surgir complicaciones para conseguir los dólares necesarios, debido al fuerte déficit comercial, que se empeoraba en el déficit de cuenta corriente a medida que crecían los pagos de servicios, y con algún problema relacionado con el potencial aumento del déficit cuasifiscal, gracias a todos los instrumentos monetarios que se emitían para absorber los pesos del mercado. En este contexto, el Gobierno encaró distintos planes que estuvieron enmarcados en un primer acuerdo con el FMI, pero, ya al primer mes, estaba incumpliendo la mayoría de las metas. Esto no hizo más que empeorar la crisis de confianza en que está inmersa la economía.

Ahora, el Gobierno está enmarcado en un segundo intento, que, en principio, parece bastante más consistente, y lo es porque es un programa duro en el ajuste, no solamente desde lo monetario, como eran los programas económicos anteriores de Cambiemos, sino también desde lo fiscal, que era lo que se percibía como una de las patas flojas de los programas anteriores. En este sentido, ya durante el primer mes, el mercado aparenta mostrar que reaccionó con un poquito más de confianza, dado que el programa es más consistente, y hay algunos indicadores que resultan favorables, como, por ejemplo, el sobrecumplimiento de la meta fiscal en el tercer trimestre de 2018, que se logró gracias a la media sanción del presupuesto, lo cual redujo la incertidumbre política y la factibilidad de aplicar este programa. El riesgo país cayó en los últimos días, y hubo una baja en la tasa de interés, aunque realmente sabemos que sigue en niveles muy elevados.

Este programa llega con un esfuerzo fiscal muy superior, que se compone de dos vías. La primera, es que hay un esfuerzo para bajar el gasto público, aunque se consideró que era muy difícil lograr el ajuste sin recurrir a algún aumento de impuestos, que es el principal instrumento: la reimplementación de los derechos de exportación. Por este motivo, se implementaron estos derechos, que, como la mayoría sabe, constan de un tope fijo en pesos de tres pesos por dólar para los sectores industriales y de cuatro pesos por dólar para los sectores de la economía primaria, entre los cuales se incluye la miel, que quedó con la alícuota más alta. Al mismo tiempo, también hubo un impacto adicional sobre los exportadores, que estuvo relacionado con la baja de los reintegros de exportación. El caso de la miel es particular porque tuvo una baja de reintegros: no está entre los que mayor baja recibió, pero sí tuvo una reducción considerable, del 3,7 % al 0,75 %.

¿Por qué llegamos a esto? En cierta forma, lo que ocurre es que se pide el mayor esfuerzo fiscal a los sectores exportadores por el impacto o la gran volatilidad que tuvo la variable del tipo de cambio. En un contexto de fuerte depreciación de la moneda, lo que ocurre es que los sectores orientados al mercado interno son los perdedores del reacomodamiento sectorial porque aumentan algunos costos de sus importaciones y baja el poder adquisitivo del salario y, por lo tanto, disminuye la demanda; en cambio, los sectores exportadores se benefician porque mantienen su precio en dólares y tienen un mayor ingreso. Entonces, la idea fue compensar parte de esta redistribución macro con la reimplementación de los derechos de exportación.

¿Qué escenario surge para los sectores exportadores? En líneas generales, dada la magnitud que tuvo la depreciación, incluso con la baja del dólar de los últimos días, desde el escenario de diciembre de 2017 —por tomar una fecha de referencia—, que fue el momento anterior al comienzo de la depreciación, hasta el día de la fecha, la mayoría de los sectores exportadores terminan ganando en la ecuación porque el efecto sobre la rentabilidad, incluso sobre la rentabilidad medida en dólares, la depreciación y la reducción de los costos compensan la reimplementación de los derechos de exportación y la baja de reintegros. No obstante, esto no es estrictamente cierto para todos los productores ni para todos los sectores, y, en este caso, quizás el sector de la miel en particular es uno de los que no se ven tan beneficiados por esta ecuación. ¿Por qué? En primer lugar, porque los derechos de exportación son de cuatro pesos y no de tres pesos; en segundo lugar, porque se suma a una baja de los reintegros a la exportación; y, en tercer lugar —y esto es lo que, en general, separa a los sectores que se benefician más y menos—, tiene que ver con el porcentaje de costos de los insumos que se encuentran dolarizados.

La ganancia de los sectores exportadores se da porque mantienen su precio en dólares, pero gran parte de los insumos, los salarios y algunos otros servicios o bienes que se producen localmente pueden estar nominados en pesos, y eso licúa sus costos en dólares. ¿Qué ocurre en el caso de la miel? Los mayores costos para el productor están relacionados con los costos del gasoil y de insumos, como el azúcar y el tambor, que están fuertemente dolarizados. Entonces, en este caso, la situación de la miel, unida a la combinación de derechos de exportación más depreciación, no termina siendo tan favorable.

Ha quedado muy claro. Voy a avanzar con Hernán para actualizar los datos de exportación en lo que va del año, y luego volveremos a ver si podemos marcar algo del escenario 2019. Hernán, buen día.

Buen día, Federico, ¿cómo estás?

Bien, gracias. Primero, quiero hacer un pequeño recordatorio de cómo se estaba desarrollando la exportación y cómo estamos al último mes de actividad.

Bueno, la Argentina continúa siendo un actor relevante en la exportación de miel. Su inserción en el mercado internacional es bastante significativa y se sigue sosteniendo durante todo 2018. Los mercados a donde se exporta continúan siendo los Estados Unidos (prácticamente la mitad del volumen exportado es hacia aquel destino), a los que suman Alemania y Japón. Entre ellos tres, componen el 80 % del volumen que exporta el país.

¿Qué sucedió en los últimos meses? En cierta medida, la devaluación favoreció la competitividad del producto para insertarse internacionalmente. Hubo un rezago en agosto, por cierta incertidumbre con respecto a lo que iba a suceder, pero, en septiembre, eso pudo recalibrarse y tuvimos el mejor mes del año, cuando prácticamente duplicamos los valores de principio de año, tanto en volumen como en valor.  En septiembre, llegamos aproximadamente a las diez mil toneladas de exportación, y esto lo explica la demanda norteamericana, con casi dos tercios de lo que se exportó.

¿Qué está sucediendo acá? El precio de exportación está llegando a una meseta; vemos que hay una sustancial recuperación del declive que ocurrió entre 2014, 2015 y 2016, debido, fundamentalmente, a la invasión de las mieles asiáticas. El precio se recuperó sustancialmente, sobre todo hacia fines de 2017; durante 2018, el precio de exportación de la Argentina fue decreciendo, pero todavía mantiene un nivel relevante y se ubica por encima de los precios de exportación de otros países, a los que se considera de calidad inferior. La miel argentina continúa siendo reconocida por su calidad en el mundo, pero, todavía, el 99 % de nuestra exportación sigue siendo a granel y sin diferenciación, y considero —así como gran parte del sector— que debemos agregarle valor para aumentar este valor de exportación de un producto muy bien reconocido en el mundo.

Estas casi diez mil toneladas que se exportaron en septiembre, Hernán, constituyen un total de lo exportado en el año —de enero a septiembre inclusive—. ¿Tenés el volumen y la cantidad de dólares?

Estamos llegando a las cincuenta y siete mil toneladas en el año. Estamos en valores similares acumulados con respecto al mismo período que el año pasado. Sin embargo, el valor exportado es levemente inferior porque el precio promedio decae un poco. El tercer trimestre del año pasado tuvimos valores muy altos de exportación y llegamos a 2,8 dólares por kilo, mientras que hoy estamos en 2,3/2,4 dólares en promedio. Desde ya que hay diferentes valores de acuerdo con el país de destino. Los Estados Unidos muestran, hoy en día, el precio relativo más bajo de exportación; por el contrario, la Unión Europea continúa siendo el mejor pagador de la miel argentina: alrededor de 2600/2700 dólares por tonelada.

Por último, Hernán, quiero consultarte, si estas casi diez mil toneladas del mes de septiembre pueden estar en el marco del pago de los derechos de exportación, ya que hubo un cambio en las reglas de juego. El Gobierno dio un tiempo para que los contratos que ya estaban firmados con entrega para septiembre, octubre y noviembre se pudieran embarcar. ¿Puede ser ese el motivo por el cual se duplicó prácticamente el volumen de exportación durante los primeros meses, y luego se vea una baja en los meses posteriores a septiembre?

Es probable. En realidad, tenemos dos factores. Uno, es la incertidumbre de agosto: bajamos el nivel de exportación, por lo que ese volumen que se dejó de exportar en agosto se trasladó hasta septiembre. Veníamos con un crecimiento en los volúmenes desde mayo, que en agosto cayó. El segundo factor es que el precio de exportación argentino, de alguna manera, se tornó más competitivo, y eso permitió una mayor salida. Se suma también el buen invierno que transitó la producción local, lo que permitió acumular buenos volúmenes en estos meses, y esperemos que siga de esta manera durante lo que resta del año y hacia adelante.

Gracias, Hernán, por actualizarnos estos datos.

No, por favor. Gracias a vos

Javier, a vos te toca hablar sobre el escenario 2019. Menuda tarea te queda para ver en el resto del reportaje

¡¿Qué te parece?! Volviendo a lo que charlábamos al principio, la economía va a estar un poco marcada, en el mediano plazo, respecto de las posibilidades del cumplimiento del acuerdo con el Fondo Monetario y de lograr la estabilización de la economía.

En principio, el programa luce más consistente, por tanto, entendemos que hay una chance cierta de lograr la estabilización, aunque, obviamente, hay algunos riesgos. Uno de ellos está relacionado con la actividad económica: el programa del Gobierno proyecta una economía que crece hasta el 0 % en 2019, mientras que la estimación de ABECEB está entre el cero y una caída de medio punto del PBI. Si terminara así, el impacto económico sería mayor y comenzarían a observarse unos riesgos relacionados con la potencial caída de los ingresos. Asimismo, más allá de la consistencia del programa, lo cierto es que 2019 no va a ser un año muy favorable para la actividad económica. Recién podría haber alguna recuperación hacia el segundo trimestre, que va a estar muy impulsada por el sector agropecuario.

Recordamos que, actualmente, el sector agropecuario viene de una muy mala cosecha, debida, en esencia, a cuestiones climáticas. Esa recuperación que mencioné podría tener un impacto significativo a partir del segundo trimestre y evitaría que la caída de la actividad económica sea mayor en 2019. Y te diría que no solo será responsable de empujar o sostener parcialmente la actividad, sino que va a mejorar mucho las perspectivas de ingresos de divisas vía la balanza comercial. En 2018 ya se empieza a notar el impacto de la depreciación sobre la balanza comercial —tendríamos un déficit comercial de seis mil millones de dólares—, y en 2019 tendríamos un superávit de seis mil millones de dólares. Este cambio está dado en un contexto en el cual la mayoría de los sectores exportadores de la Argentina tiene una capacidad de reacción baja al tipo de cambio, fundamentalmente por una caída en las importaciones y por esta recuperación en el sector agropecuario.

¿Qué es lo que vemos hacia 2019? Como decíamos, una caída de la actividad en un escenario base que tiene ABECEB de 0,5 % del PIB. Asimismo, entendemos que la inflación hacia finales de año empezaría a descender fuertemente, debido a la dureza del programa monetario en combinación con una actividad que deja de empujar la economía. No obstante, terminaríamos con un 45 % de inflación este año, y el año que viene estaríamos entre un 25 y un 30 % de inflación, que dependerá mucho de la recuperación salarial que haya y del impacto que eso tenga sobre los precios. En cuanto al tipo de cambio, ya con la última baja, el escenario es relativamente estable, con un tipo de cambio que se mueve relativamente al ritmo de la inflación o, incluso, muy levemente por debajo.

Este es el resumen del escenario base de ABECEB: entre 25 y 30 % de inflación, un tipo de cambio minorista que se acercará hacia 50 pesos para diciembre de 2019, una caída en la actividad de 0,5 % y una balanza comercial que llegará a seis mil millones de dólares. Los riesgos son el empeoramiento de ese escenario, con una mayor inflación, y, sobre todo, un overkill en el nivel de actividad y el impacto de una mayor caída. Las tasas de interés probablemente se mantengan: o sea, van a comenzar a moverse hacia la baja, pero se van a mantener muy elevadas durante todo 2019. Con respecto a la tasa efectiva real, hoy estamos en valores arriba del 30/33 %; probablemente, terminemos el año que viene con una tasa de interés real cercana al 20 %, que es muy elevada. Sin embargo, la tendencia es a la baja, lo cual es un tema muy importante para el financiamiento del productor e, incluso, para la sustentabilidad del programa. Si se mantuviera la tasa en los niveles actuales, empezaría a haber algún riesgo de seguir acumulando deuda por la refinanciación de las LELIQ. En principio, con la tendencia de baja progresiva, ese escenario sería manejable, a pesar de que siempre tenemos tasas elevadas, con el consecuente impacto que eso tiene sobre el productor.

Te agradezco mucho por habernos recibido nuevamente en ABECEB.