Producción de miel orgánica

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Producción de miel orgánica

El mundo está demandando cada vez más productos orgánicos y la miel no es la excepción. Analizamos entonces de qué se trata la miel orgánica y las exigencias que implica.

La miel es una sustancia dulce producida por las abejas obreras a partir del néctar de las flores y otras secreciones extraflorales, que estos insectos recogen, transportan, transforman y combinan con sustancias específicas, y que, luego, almacenan en panales. Cuando este alimento se obtiene a partir de un sistema de producción sustentable en el tiempo, mediante el manejo racional de los recursos naturales y sin la utilización de productos de síntesis química, y tales características pueden ser claramente identificadas por los consumidores por medio de un sistema de certificación, estamos hablando de «miel orgánica, ecológica o biológica».

La apicultura tiene un impacto trascendental en la producción agrícola y forestal debido a su acción polinizadora, que contribuye a aumentar la productividad de tales sistemas y aumenta la diversidad biológica. La apicultura orgánica tiene como objetivo lograr un máximo impacto positivo en el medio ambiente y un mínimo impacto negativo sobre los productos apícolas.

Como en otras producciones, las especificaciones técnicas certificables no contradicen las especificaciones obligatorias o reglamentarias, sino que tienen por objeto diferenciar el producto certificado de aquellos obtenidos por medio de producciones convencionales. La certificación puede ser utilizada como una herramienta comercial para acceder a nuevos mercados, establecerse en mercados existentes, incrementar la venta de determinados productos o lograr valor agregado en los productos.

La certificación de miel orgánica se basa en la Resolución 270/2000 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos. Las normas deben aplicarse durante no menos de dos años consecutivos. El producto se considera certificado al cabo del tercer año y durante los años siguientes. Dicho período podrá reducirse o extenderse de acuerdo con los antecedentes comprobables en cada situación por la empresa certificadora y con el consentimiento del SENASA.

El estatus orgánico de los productos apícolas está estrechamente vinculado con la sanidad de las colmenas, con el manejo del apiario y con las condiciones microambientales del área de pecoreo y, por lo tanto, de su alimentación. La unidad de manejo del establecimiento apícola es el apiario o lugar físico de asentamiento de un grupo de colmenas o núcleos. Estos lugares deberán localizarse en zonas silvestres o en áreas con cultivos orgánicos certificados a una distancia superior a un kilómetro y medio de otras áreas con cultivos convencionales. La distancia hacia otras fuentes de contaminación (poblaciones, fábricas, etc.) no deberá ser inferior a tres kilómetros.

Los apiarios pueden ser fijos o trashumantes; en cualquiera de ambos casos, deben cumplir los requisitos establecidos. La coexistencia de un sistema productivo convencional y uno orgánico es factible en el mismo establecimiento o en varios de un productor.

Las colmenas, núcleos o paquetes que ingresen en el sistema de certificación deben provenir de establecimientos orgánicos certificados. En el caso en que provengan de establecimientos convencionales o por caza de enjambres, deben cumplir un proceso de transición. La duración de este período está relacionada con el tipo de materiales que se utilizan para la instalación —fundamentalmente, el origen de la cera—, ya que, en todos los casos en que se utilice cera convencional, el período de transición será de al menos un año. Esta es una de las principales limitaciones para la producción de miel orgánica. Solo pueden utilizarse láminas de cera de origen ecológico producidas en el mismo establecimiento o de cera ecológica externa certificada. El uso de cera convencional, de origen confiable, está permitido exclusivamente durante el período de transición. La cantidad de cera que proviene de la fundición de opérculos o de cuadros propios no es suficiente para cubrir los requerimientos de un establecimiento orgánico en etapa de crecimiento.

Asimismo, el uso masivo de productos de síntesis para el control del ácaro varroa destructor —en especial, los piretroides, de alta afinidad con la cera (productos lipofílicos) — dificulta que el establecimiento obtenga cera orgánica certificada.

El requerimiento de materiales inertes no es una limitación para obtener miel certificada. La normativa establece que deben ser naturales y no contaminantes. El uso de revestimientos de origen vegetal está autorizado. El uso de madera revestida con aceite de lino es una buena opción que se ajusta a los requerimientos y permite la preservación de los materiales. No se permite el uso de coberturas de síntesis química o que incluyan metales pesados.

El manejo de las colmenas y la extracción de miel deben permitir que cada colonia mantenga reservas suficientes para su supervivencia hasta las primeras entradas de néctar en la zona. No está permitida la alimentación con jarabes con fines de sustitución o incentivación. Solo se permite el uso de jarabes de azúcar de caña certificada ecológica o miel orgánica, en aquellos casos en que la subsistencia del colmenar se vea afectada por falta de alimento. Esta práctica deberá ser autorizada por la entidad certificadora en carácter de extraordinaria y solo podrá realizarse durante el período de letargo de las colmenas (lejos de la mielada).

El uso de miel certificada ecológica en la alimentación de las colmenas deberá realizarse luego de verificar la ausencia de esporas de Paenibacillus larvae mediante un análisis y, de esta manera, evitar la diseminación de la enfermedad Loque americana en los apiarios. Al igual que en otras producciones orgánicas, el manejo sanitario deberá basarse en la prevención de enfermedades. Será necesaria una revisión periódica, la identificación individual de las colmenas y el uso de registros profilácticos. La normativa hace referencia a la elección de razas resistentes y adaptadas a la zona.

El Programa Apícola del INTA (PROAPI) se encuentra trabajando desde 1992 en un Programa de Mejoramiento Genético, cuyo principal objetivo ha sido la obtención de abejas adaptadas a diferentes ambientes con alta prolificidad de las reinas, bajo comportamiento defensivo y buena tolerancia a las enfermedades de la cría. En lo que se refiere a este último punto, se han obtenido líneas de abejas con alto comportamiento higiénico, que es la capacidad de las abejas para detectar, desopercular y retirar cría muerta del interior de las celdas, con lo cual disminuyen la masa infectante dentro de la colonia. El uso de reinas nuevas que presenten esta característica facilita el manejo de los apiarios en los establecimientos orgánicos, donde está prohibido el uso de medicamentos de síntesis para el control de enfermedades (antibióticos, acaricidas, fungicidas, etc.).

Asimismo, está permitida la recuperación de colonias afectadas por Loque americana o cría yesificada por medio del método de cepillado o de la formación de paquetes sanitarios. En lo referente a la varroasis, la normativa recomienda no utilizar tratamientos curativos con bajos niveles de parasitismo, y queda explícitamente prohibido cualquier tratamiento preventivo o sistemático. Sin embargo, es vox populi que, en zonas de clima templado, es muy difícil mantener niveles poblacionales bajos de este ácaro sin la aplicación de una estrategia de control.

Actualmente, existen en el mercado productos orgánicos que están autorizados para su uso en colonias con el objetivo de producir miel orgánica. Los principios activos más comúnmente utilizados son el ácido fórmico y los aceites esenciales. El PROAPI ha desarrollado productos acaricidas basados en dos ácidos orgánicos:

– BeeVar: formulado con ácido fórmico en gel. Se presenta en bandejas que permiten una liberación lenta del producto y aseguran una permanencia prolongada en la colmena. Esto representa una de las más importantes ventajas en relación con el uso de ácido fórmico líquido. Se recomienda su uso con temperaturas superiores a los 15 °C para facilitar su evaporación. Se utiliza principalmente en primavera y otoño.

– OxaVar: formulado con ácido oxálico en polvo hidrosoluble para disolver en agua destilada. Se administra en forma de jarabe y su formulación impide que el agua se evapore rápidamente. No es ingerido por las abejas. Posee un alto poder acaricida. Se recomienda su uso cuando hay poca cría en la colonia. Se utiliza principalmente en otoño e invierno.

En aquellos casos en que, por cualquier motivo, los métodos naturales para el control de enfermedades no resulten efectivos y el riesgo de perder las colonias sea inminente, estas podrán ser tratadas con medicamentos de síntesis. Para esto, las colonias deben estar ubicadas en un apiario de aislamiento o cuarentena —también llamado “lazareto”—, que debe estar bastante alejado de los apiarios de producción orgánica.