Permapicultura, en sistema «Wu-Wei»

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Permapicultura, en sistema «Wu-Wei»

Parece un contrasentido, crear un método en la Apicultura del “no hacer” (Wu Wei, como lo denominó su creador), cuando precisamente esta “cultura” estudia a las abejas, que conforman uno de los modelos asociativos más complejos, organizadas y trabajadoras que se conocen de los seres vivos. Sin embargo, si juntamos las técnicas naturales desarrolladas por el biólogo, agricultor y filósofo Masanobu Fukuoka y las técnicas naturales del australiano Bruce Charles Mollison, de la Permacultura, como resultado obtenemos la Permapicultura.

El primero desarrolló un método denominado (Wu Wei) del “no-hacer”, que para claridad de los lectores no significa inactividad en la producción agrícola o pecuaria, sino más bien que el agricultor debe intervenir solamente lo justo y necesario, y lo mínimo posible, en los procesos naturales, para conseguir que la fuerza propia de la naturaleza potencie los resultados en condiciones óptimas de salud y vitalidad.

Permacultura: si cuidás la Naturaleza, cuidás a la Humanidad.

Por su parte, y muchos años después, ‘Bill’ Mollison creó la Permacultura, que constituye un sistema sostenible que integra armónicamente la vivienda y el paisaje, ahorrando materiales y produciendo menos desechos, a la vez que se conservan los recursos naturales, el método se resume “en trabajar con la Naturaleza, no contra ella.”

Técnica natural

Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la Apicultura? Si se tiene en cuenta que es la actividad dedicada a la cría de abejas y a la obtención de productos que elabora este formidable animal (Apis= abeja, cultura= cultivo), entonces la Permapicultura viene a ser una técnica totalmente natural para el cultivo de estos insectos que son capaces de producir miel, propóleo, cera, jalea real y apitoxima (veneno de abejas) para beneficio de los seres vivos y de la Naturaleza. En la Permapicultura se cambia el concepto de apicultor a “cosechador de miel”.

Es “la vuelta a lo natural de la apicultura, es la vuelta a lo razonable, a lo sostenible, a lo que está en armonía con la naturaleza,: armónico, simbiótico, un círculo virtuoso, porque eso es lo que sucede en lo natural cuando el hombre no interviene, la naturaleza crea círculos virtuosos, círculos de vida en que todo tiene que ver con todo, todo es simbiótico con todo, ninguna parte es más importante que el todo, pero el todo no puede ser adecuado sin esa parte.” Este concepto esta inspirado en la propia vida y en la filosofía de Bill Mollison y Masanobu Fukuoka.

Hay apicultores repartidos por el mundo, como Óscar Perone, que aplican ésta técnica y que con su trabajo contribuyen a generar y mantener la biovidersidad natural. “Actualmente me dedico a lo que siento como mi misión: ayudar con la Permapicultura a salvar la vida de las abejas y con ello estar en armonía con el plan de la inteligencia universal de no permitir que el desastre ecológico que se está produciendo en todo el planeta, prosiga”.

“Yo soy un integrante de un grupo mayor. Soy el que está viajando ahora porque no tenemos más recursos. Creamos una fundación en Chile que se llama ‘Salvemos a las abejas’. Somos profesionales multidisciplinarios y multinacionales y estamos proponiendo la bio-remediación”, agregó el experto.

Probar el sistema

Compartir con los agricultores y apicultores un sistema que parece mentira: es una colmena que se abre únicamente para cosechar y que rinde como mínimo cuatro veces más comparada con otra en el mismo lugar y en las mismas circunstancias.

“La filosofía del maestro Masanobu Fukuoka indica que es la naturaleza la que sabe cómo se debe cultivar. Cuando conocí esta técnica pensé en aplicarla a la Apicultura. Empecé en 1988 hasta 2004. Es un sistema en el que a las abejas se les permite nuevamente ser abejas: en las colmenas no hay cuadros, ni alambres, ni ojalillos, ni cera estampada, ni curaciones de ninguna especie”, dijo Óscar Perone.

El experto afirma que “parece increíble, pero esto no es para que crean sino para que prueben. Las abejas necesitan 280 litros de capacidad. Por eso la colmena que yo propongo, armándola con material convencional, tiene que tener todo el año como mínimo 1,60 metros de altura para que entre completa toda la colmena”.

Cuando se logra toda la capacidad no hay problemas con las enfermedades. Además, no es necesario tocar nada, más bien hay que darles lo que necesitan. Por ejemplo, hay que darles una ubicación estratégica para que produzca más y se enfermen menos.

“Cosechamos de noche con luz roja ya que ellas no la pueden ver o distinguir. El trabajo que hacemos es armar las cajas (colmenas), colocarlas y cosechar. Yo desempeño la Apicultura y por eso algunos ‘expertos no me quieren’”, concluyó.

La Historia

La Permapicultura es lo que la abeja ha venido haciendo desde hace 50 millones de años y la apicultura moderna es lo que el hombre hace desde tan solo 150 años.

Eso significa que la apicultura moderna no es natural. En la apicultura moderna al momento de intervenir las colmenas, cambiamos todo lo que esta ocurriendo dentro, las abejas deben reparar el ambiente y cambiar los planes de la colmena. En estado natural, las colmenas se adaptan a diferentes espacios, troncos de árboles por ejemplo. Esos espacios en la apicultura tradicional son variables, es una técnica que trata a la abeja como un ganado más, se le alimenta y se le cuida.

La Permapicultura es la “apicultura del no hacer”, simplemente se les da a las abejas las condiciones necesarias para que recuerden su instinto e información que tienen latente, no se les puede olvidar en 150 años los que vienen recordando hace 50 millones de años. Entonces ellas rápidamente retoman el rumbo y si les damos las condiciones ellas saben lo que tienen que hacer. Es un entendimiento de “la colmena como ser vivo”, como un ser que permanece en el tiempo, durante los años (como un árbol, persona o insecto), que tiene un potencial de desarrollarse, crecer y reproducirse y quizás también morir, la vida de la colmena no es solo un año o una temporada. La colmena se dicta como un organismo vivo, completamente.

La miel es un alimento que los seres humanos conocen y consumen, según los antropólogos, desde hace unos 200.000 años. Durante milenios, la miel fue casi la única fuente de obtención de azúcar. En muchos lugares, la miel era el edulcolorante por excelencia. Para algunas civilizaciones antiguas, la elaboración de la miel suponía una especie de milagro. “La miel cae del cielo, principalmente al salir de las estrellas”, escribe Aristóteles en el siglo IV a. C.

Y mucho antes, los egipcios pensaban ya que ésta procedía de las lágrimas del dios Ra, mientras que las abejas se limitaban a recoger el rocío de las plantas.

Hasta hace unos 130 años, la miel se obtenía aplastando y destruyendo los panales, dando lugar a la llamada miel prensada. Este procedimiento se realizaba generalmente a mano, pero también con prensas del tipo de las del aceite. Algunos troceaban los panales y obtenían una primera miel, más fina, dejándolos escurrir sobre una cesta de mimbre u otro entramado que hiciera de filtro, y acababan la operación sacando una segunda miel estrujando los trozos de panal, para aprovechar la miel que se había escurrido.

La tecnología de la explotación apícola se basa en la particularidad de las abejas melíferas de acumular alimento de sobra, reservando víveres para el período invernal o el seco. Por instinto, la abeja rellena con miel las celdillas vacías. El apicultor, que se aprovecha de esta circunstancia, repone continuamente los panales llenos por panales vacíos, para obtener buenas producciones de miel.

Necesitamos un lugar donde históricamente ha habido abejas, con diversidad de árboles y flores, poco viento, buenos accesos, caminos habilitados para salir con las grandes cantidades de miel (el promedio de cosecha es 100 kilos por colmena y la cosecha se realiza una vez al año), etc., y lo más importante: Respeto a la naturaleza y tener ganas de hacerlo.

Una diferencia importante es que el cosechador de miel solo cosecha el excedente, este sistema no sacrifica la miel de la abeja. El excedente es muchísimo cuando la colmena es grande, sana y alcanza el potencial real de un organismo que se llama abeja, colmena, familia, enjambre o colonia. La colmena es un organismo completo, grande, por ello su capacidad de producción es grande, se auto-regula (controla a la varroa) y se reproduce. La enjambrazón que se produce – en cualquier sistema de crianza – es natural, es su forma de multiplicarse, dividirse, reproducirse, lo que buscan todos lo seres.

En la naturaleza todo es variable, no es como una receta de cocina. La biología, el ambiente y la naturaleza nunca han sido exactas, depende de factores tan variables como el “amor” o rigurosidad con que se armó el cajón, de la diversidad de flores y tipos de árboles, del clima, entre otros.

La diversidad de árboles y flores busca fortalecer la permapicultura, debemos “favorecer la diversidad porque eso crea estabilidad y la estabilidad crea fertilidad”. Con diversidad de árboles tendremos floraciones en distintos momentos del año, tendremos colmenas saludables, las cuales serán tan saludables que se reproducirán muchísimo y “bienvenida la enjambrazón”.

La colmena como es un organismo vivo, no se destripa a sí mismo.

Las abejas son ciegas para el color rojo y, sin embargo, pueden percibir con toda claridad los colores ultravioletas – invisibles a nuestros ojos y que ayudan a las abejas y a otros polinizadores a encontrar las recompensas alimenticias que las flores les ofrecen – esto significa que ven el mundo que les rodea en color, pero de una forma muy diferente a la nuestra, algo conseguido a través de millones de años de evolución. Es tal el nivel de perfección de estos “pequeños seres” que se han mantenido en el mismo estadio evolutivo por los últimos 50 millones de años, probablemente por que han alcanzado un nivel de perfección y adaptación al planeta difícil de encontrar en otras especies.

Ningún medio ambiente vegetal sobrevive si no hay abejas, Einstein lo dijo: “si desaparecen las abejas, en 4 años desaparecemos nosotros”, ya que ellas realizan la polinización de un 70 a 90% de las flores que utilizan los insectos para este fin.

Con un buen diseño de nuestros asentamientos humanos podemos evitar realizar infinidad de tareas innecesarias: desmalezar, alimentar animales, etc., usando el sentido común, como hacen las abejas.

Frente a un posible escenario de un colapso económico ¿que pasara con los apicultores que no controlan de forma natural sino en base a químicos? Sus abejas morirán.

¿Qué pasará con las personas que viven en las ciudades dependientes del ego, del dinero y del petróleo?

Quienes aman a las abejas tendrán que aprender de igual manera esta forma de convivir y trabajar en real cooperación, las abejas nos invitan a ser humildes y darles las condiciones que necesitan para vivir, ellas si saben cómo hacerlo.

Fuente: http://www.absolum.org/