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Miel de Catay

El río Paraná es uno de los principales de Sudamérica, con cuatro mil ochocientos kilómetros de longitud, y, debido a su caudal de agua, está entre los diez ríos más grandes del mundo.

El recorrido que hace el río Paraná consiste en tres tramos, lo cual es esencial para entender el germen de la miel de Catay.

– Curso superior o Alto Paraná (que comprende los primeros mil quinientos kilómetros, desde su nacimiento hasta la confluencia con el río Paraguay).

– Curso medio o Paraná Medio (que comprende unos setecientos kilómetros, desde la confluencia con el río Paraguay hasta la ciudad entrerriana de Diamante).

– Curso inferior o Paraná Inferior (que comprende los últimos trescientos kilómetros, desde la ciudad de Diamante hasta la confluencia con el río Uruguay).

En su parte alta, sirve de frontera entre el Brasil y el Paraguay y, después de unirse al río Iguazú, es frontera natural entre el Paraguay y la Argentina.  Tras unirse al río Uruguay, desemboca en el Río de la Plata, formando un gran delta de agua dulce constituido por el depósito de sedimentos arrastrados por estos ríos.

Producción de la miel de Catay

Debido a la gran longitud de este río, la vegetación que lo rodea cambia bastante —desde la pradera hasta el bosque tropical—, como también sucede con el clima —desde el subtropical de la zona de Iguazú hasta el seco—, según el tramo del río.

Los apicultores recogen la miel de Catay en el curso medio del Paraná. En esta zona del río, hay una temporada seca sin lluvias durante varios meses y no hay invierno.

Vegetación en el humedal de la desembocadura media del río Paraná

Existen ciento nueve tipos peculiares de polen, la mayoría del género Asteraceae y Leguminosae, que han sido identificados en las mieles recolectadas en esta zona.

Los pólenes que pueden ofrecer mieles monoflorales en la zona son cinco, lo que es poco habitual, siendo la miel de Catay una mezcla de néctares con predominio de Polygonum hydropiperoides (especie que da la flor de catay), Sagitaria montevidensis, Eupatorium spp., Pontederiaceae y Salix humboltiana.

«Las mieles regionales son erróneamente denominadas de “Catay” (Polygonum spp.), debido a la amplia distribución de las especies de este género y a la intensa actividad de las abejas melíferas observada en ellas». Así lo manifiesta Gustavo López, quien es apicultor desde hace más de cuarenta años y, actualmente, es la presidente de la cooperativa Mieles de Maciá, situada en la ciudad homónima del centro entrerriano.

Flor de Catay

La miel de Catay, también conocida como miel de la isla, procede de un entorno natural de tierra húmeda bañada por el agua dulce del curso medio del río Paraná, donde existe una flora local. Si estuviera acompañada por más de un veinticinco por ciento de polen de especies foráneas, perdería su característica principal: la ausencia de cristales, es decir, que se mantiene líquida.

Cata de la miel de Catay

Su análisis sensorial nos dice que el color es ámbar oscuro con notas rojizas; es líquida; su aroma es ligeramente afrutado, de un dulce intenso en la boca; y su principal característica es que no cristaliza.

Regiones donde se puede encontrar esta miel

Esta variedad se puede encontrar en parte de las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa fe, en las regiones cercanas al río Paraná.

Esta miel engloba a todas las mieles con flora de la zona y no solo contiene el polen y néctar de esta especie. También cuenta con un porcentaje mayor de néctar de esta floración, pero se pueden encontrar otras variedades propias de la región que predominan en menor medida. (Sugiero revisar esta oración porque es confusa).

Las abejas realizan su labor en verano (de diciembre a febrero), y la cosecha de los apicultores se desarrolla al comienzo del otoño, generalmente en el mes de marzo.

Es una miel muy versátil y práctica para utilizar debido a esa característica tan particular de permanecer líquida.