Investigaciones para proteger a las abejas

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Investigaciones para proteger a las abejas

Después de conectar diminutos dispositivos de localización en el lomo de las abejas, un científico australiano espera que los insectos revelen por qué su población está en serio declive en todo el mundo.

Casi diez mil abejas en la remota isla australiana de Tasmania están zumbando y volando con pequeños sensores “mochila” del tamaño de un grano de arroz. Estos pequeños rastreadores tecnológicos ofrecen pistas sobre la misteriosa tragedia ambiental que amenaza el suministro mundial de alimentos.
Cerca de tres cuartas partes de los cultivos de alimentos del mundo —incluyendo frutas, verduras y café— dependen de la polinización que realizan las abejas, las mariposas, los escarabajos y otras especies de polinizadores, según un avance del informe de las Naciones Unidas publicado a principios de este año.
Según este documento, entre USD 235 y USD 577 mil millones del valor de la producción mundial de alimentos de cada año dependen de las contribuciones directas de los polinizadores, que incluyen veinte mil especies de abejas.
“Solo en los Estados Unidos, las colmenas de abejas de miel están disminuyendo desde el 25 hasta el 55 % por año”, dijo el profesor Paulo de Souza, líder del equipo científico de la Commonwealth Scientific de Australia y de la Organización de Investigación.
Industrial (CSIRO). “Ha habido una disminución constante de las colmenas desde la década de 1940, pero es cada vez peor. Todo el ecosistema está vinculado”, expresó.
“Si las abejas desaparecen, no vamos a tener comida para nuestros hijos. No vamos a tener lo suficiente para alimentar a nuestra población”, dijo de Souza. “La pregunta clave es la siguiente: ¿por qué está sucediendo esto?”.
Los científicos saben que la disminución de las abejas se debe a un cóctel de factores de estrés ambientales, como el cambio climático, el uso generalizado de pesticidas, las enfermedades y la pérdida del hábitat. Aun así, las causas específicas de tal caída masiva continúan siendo un misterio, algo que de Souza y su equipo están ansiosos por resolver.

“Lo que me asusta es no tener la oportunidad de ofrecer a mis hijos el mundo que tengo”, manifestó de Souza. “No se trata solo de abejas y microchips de la tecnología: es el futuro de nuestro planeta. Sin abejas, la vida, tal como la conocemos, simplemente no puede ser la misma“.

La tecnología

Los investigadores saben que las abejas se ven afectadas por lo que se conoce como el ‘trastorno del colapso de las colonias’.
“No estamos exactamente seguros de cuáles son los factores clave o qué combinación de factores causa el desorden del colapso de las colonias”, dijo de Souza. “Pero lo que sí sabemos es que, de un día para otro, una colmena viable podría, de repente, quedarse sin abejas debido a su desaparición o que se encuentren a todas muertas.”
Para el estudio de las abejas y colmenas específicas, de Souza buscó ayuda en la tecnología y usó sistemas de identificación por radiofrecuencia (RFID) para medir cómo y cuándo las abejas se desvían de su comportamiento, que suele ser altamente predecible. “Estos datos nos proporcionan información vital acerca de lo que ocurre con las abejas antes de que la colmena colapse.”

Cuidado de las abejas

El cuidado de las abejas

Los datos se comunican con un módulo de cómputo Intel Edison, que se instala en cada colmena. Este módulo es una pequeña placa de desarrollo de alto rendimiento que puede acumular grandes cantidades de datos a través de un bajo consumo de energía.
“Los datos capturados por el módulo Edison y las etiquetas RFID ayudan a comprender mejor la razón del declive de las abejas y proporcionan información valiosa para los apicultores, los productores primarios, los grupos de la industria y los gobiernos sobre la mejor manera de proteger a la población de abejas”, expresó de Souza.
Los tableros de Edison son personalizados, por lo tanto, los científicos de diferentes áreas del mundo pueden medir las características específicas de la región —por ejemplo, la temperatura y la humedad, la contaminación del agua, la velocidad del viento— o la velocidad y el volumen de la producción de miel. Los investigadores de todo el mundo pueden utilizar las mismas tecnologías y la recopilación de datos para ayudar a resolver lo que de Souza considera una de las mayores amenazas para la seguridad alimentaria mundial.

Fuente: https://iq.intel.com