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Entrevista a Ramón Otondo

Hoy, en Infomiel.com, contamos con la presencia de Ramón Otondo, que es lo mismo que hablar de Panales Arroyo y de Ceras Argentinas S. R. L. Ramón, queremos agradecerte a vos y a tu empresa. Hace muchos años que estás trabajando en la empresa, que es familiar, sin ninguna duda. 

Sí. Es una empresa netamente familiar, donde trabajo desde hace diecisiete años —justamente esta semana se cumple ese aniversario—. Ahí estamos, trabajando como siempre, con la cera y con la apicultura. Tuvimos nuestros vaivenes en su momento, justamente en los inicios de la empresa, por la falta de su fundador (Miguel Arroyo) y todo lo que él representaba. Pero, bueno, la hemos llevado adelante.

Los que conocimos a Miguel y a la familia, sabemos que a ustedes les tocó concretar el sueño de Miguel Arroyo.

Sí, realmente, fue algo así. Las circunstancias de la vida se lo llevaron muy tempranamente, y justo cuando estaba a punto —esa semana— de inaugurar la planta, de empezar a trabajar en la nueva planta. Nos tocó a nosotros comenzar el trabajo desde esta planta nueva. Miguel facilitó mucho las cosas; fue un visionario, el creador de todo esto y, lamentablemente, no lo alcanzó a disfrutar.

Los que conocemos cómo lo pensó, cómo lo soñó y cómo lo logró sabemos que es un ejemplo de esfuerzo familiar y de proyección de futuro. Estaba a punto de inaugurarse oficialmente una planta en el parque industrial de Pigüé, ¿no es así? 

Sí, Federico, es algo así. Costó —como se dice vulgarmente— sudor y lágrimas, pero se la pudo hacer. Como te dije antes, era un visionario. En ese momento, yo ya estaba en la empresa, veía los planos y los proyectos y me parecía una utopía hacer semejante planta para cera. Entendía el negocio, pero no le veía un fundamento para eso, y, varios años después, lo vimos. La planta se diseñó un poco para el futuro. Hoy, prácticamente veinte años después del diseño, tenemos una planta moderna, a la que no ha habido que hacerle nada ante los últimos pedidos del SENASA o de cualquier otro organismo que tenga requisitos que se han ido actualizando. La planta sigue actualizada y vigente.

Sí, reconozco que es así. Has dicho una palabra, Ramón, que marca un poco lo que era la personalidad de Miguel Arroyo: un visionario. Yo recuerdo, en momento duros para la apicultura, como los años 2003 y 2004, cuando apareció el tema del nitrofurano, y surgió algo que, después, todo el mundo comenzó a comentar: los residuos en la cera. Y Miguel, sentado en una jornada multitudinaria que hubo en Pigüé, dijo estas palabras: “pero hagamos punta en esto”, y puso toda su empresa y su logística (que no estaba todavía en el funcionamiento de esta nueva planta) a trabajar en lo que fue un antes y un después en la cera. Se me ocurre decirlo de esa manera, Ramón.

 Sí, fue así, Federico. Recuerdo esa jornada acá en Pigüé, y fue el puntapié inicial para que después se comenzaran a realizar los análisis de nitrofuranos en la cera. Digamos, como te decía al principio, que fue un pionero en varias cosas. En ese momento, los vaivenes y deslices del mercado establecieron que había nitrofurano en la cera. Y se buscó la vuelta y se trabajó intensa y rápidamente en pos de solucionarlo y salir adelante para alcanzar una solución efectiva.

Sin duda que así fue. Hago un salto grande en el tiempo para llegar al momento actual y preguntarte lo siguiente: ¿cómo están nuestras ceras hoy? Hablemos de la cera estampada, la de la marca de Panales Arroyo, la que todo el mundo conoce, pero que recibe ceras de todas partes. Siempre lo hablamos con vos, y cualquier productor que recorra una ruta argentina va a ver un camión de Arroyo en cualquier momento del día o en cualquier día de una semana. 

Mirá, Federico, en la cera se ha hecho bastante, pero aún queda mucho por hacer. Falta investigación. Uno siempre está trabajando de manera privada y articulando con la esfera pública —así sea el INTI, el CONICET o cualquier otro organismo que se haya acercado a tratar de trabajar en este tema—. Siempre están experimentando métodos de detección porque hay numerosos métodos de detección en la miel, pero no tantos en la cera. Comúnmente, se tiende a hacer el análisis de miel y extrapolarlo a la cera, y los resultados, tal vez, no son reales y generan un miedo o una confianza —puede ser para cualquiera de los dos lados— en un resultado que no es el real. Siempre estamos trabajando para llegar a técnicas de detección de cualquier sustancia, de la que se presente. En aquel momento, fue el nitrofurano; hace unos años, fue el cumafós —hace ocho o diez años que se hablaba de la existencia de cumafós a través de la cera—. Se estuvo trabajando con laboratorios nacionales y del exterior; las técnicas se han ido ajustando. Pero, bueno, también eso forma parte del esfuerzo económico, que no es poca cosa, y que, además, es tiempo. Muchas veces, los resultados no están a la vista del público en general, pero se trabaja desde nuestro lado, desde los laboratorios y creo que desde nuestros colegas estampadores también. Los niveles se han bajado muchísimo, pero tenemos que estudiar técnicas de detección confiables para publicar un trabajo abierto para el público. 

Se entiende perfectamente, Ramón. Decime, ¿cuánta gente trabaja en esta empresa? En esta empresa familiar, además de la tuya, ¿cuántas familias dependen de ustedes?

En este momento, somos veintidós personas empleadas de manera directa. Hay dos profesionales, y el resto —en el que me incluyo— trabaja en la planta. Además, hay viajantes en la parte de distribución, que es fundamental, y personas que se dedican a la atención del público, que están en contacto directo con el productor. A través de ellos, muchas veces se detectan las necesidades y las posibilidades de mejora a través de las recomendaciones de los productores, que siempre se escuchan, y, por medio de nuestros agentes, nos llegan los comentarios de manera directa, y uno actúa en consecuencia. 

Al recorrer la Argentina a lo largo y a lo ancho, como doy fe de que lo hacen, vemos que ha habido grandes cambios en nuestro sector, reacomodamientos, achiques —no hay porqué negarlo— en los últimos diez o quince años. ¿Ustedes también lo ven de esa manera?

Sí, Federico. Nosotros notamos el achique de la actividad, de la cantidad de productores. Últimamente no tanto; eso se notó mucho —por lo menos, en las zonas que recorremos con mayor fluidez— entre 2008 y 2012/2013. Sobre todo, el sudoeste o el centro de la provincia de Buenos Aires tuvieron malas cosechas, y eso dejó a muchos productores en el camino, lamentablemente. Es difícil estimar cuándo se recuperará esa cantidad de productores porque, a nuestro parecer, no se redujo tanto el número de colmenas como de productores. Por desgracia, ese productor pequeño o mediano, pero más que nada el pequeño, ha abandonado la actividad debido a esos intervalos económicos y a esas malas cosechas.

¿Podríamos coincidir —voy a arriesgar una opinión personal y lo hago públicamente en este diálogo, Ramón— en que, durante los últimos dos años y medio o tres años, no ha habido un achique del sector? ¿Qué parecería que hubiéramos llegado a un piso y ahí nos hemos mantenido, no hemos ido más para abajo?

Sí, la sensación nuestra es la misma. Pareciera que se tocó fondo, y ahora, a partir de aquí, esperemos empezar a volver a esa cantidad de productores y de colmenas que, no hace tanto tiempo, hubo en el país.

Sin duda. Ramón, no te he preguntado hasta ahora algo que muchos conocemos, pero me gustaría que quede claro en este encuentro con Infomiel.com. Ustedes han trabajado hacia puertas adentro de la empresa para cumplir con numerosas normas y exigencias. Tiene un costo, pero me imagino que por algo se hace.

Sí. Desde sus inicios, la empresa siempre ha priorizado la calidad y la seriedad. Tal vez, eso ha significado costos mayores que si no lo hiciéramos. Muchas veces, nosotros mismos nos hemos impuestos esos requisitos para mejorar la calidad, ya sea la certificación de OIA o, en su momento, la mejora de nitrofuranos con Laboratorios Melacrom. Fueron desafíos personales para mejorar la empresa. Uno busca —como en aquellos momentos— la mejora continua a través de los comentarios de los productores, ya sea sobre la calidad o por medio de recomendaciones que ellos nos puedan dar.

Tal cual. Dejo para el final, porque también ha sido uno de los objetivos logrados por la empresa durante los últimos años, el mercado externo, el poder exportar cera. ¿Cómo ha sido ese derrotero, Ramón?

Aparte de lo que se hace en todo el país con la cera estampada, se ha buscado diversificar en cierta medida durante algunos momentos de la economía. Eso nos ha ayudado; poder exportar le ha dado mucha liquidez a la empresa. Los mercados hacia el exterior son exigentes; no es fácil llegar. Hay que ser muy serios para mantenerse, hay que mantener ese tipo de conducta con los clientes, ya que no solo es exportar cuando la cosa está bien o está mal, sino que es un mercado en el tiempo, a largo plazo. En especial, se ha trabajado mucho para lograr mercados, que son muy exigentes. Por consiguiente, uno se acostumbra a que esos mercados exigentes hacen que uno se exija en igual medida y produzca la misma mercadería en el mercado nacional. Ayuda, también ayuda.

Claro. Ramón, hablando de mercado externo, el gran porcentaje de cera que ustedes exportan no va para cera estampada de una colmena en otro país, sino que va para cosmética, fundamentalmente. 

Exactamente, es así. La cera estampada se envía como tal a algunos países de América Latina. El gran volumen de exportación se hace para otro tipo de mercado. Para el mercado cosmético, se llama cera dócil industrial. Después, ellos le dan diferentes usos, ya que la cera tiene una cantidad infinita de cualidades para su utilización. A veces, lo desconocemos hasta que esta gente nos comenta a qué mercado le está apuntando.

Tal cual. Te hago dos preguntas finales, Ramón. La primera es la siguiente: ¿no hay ninguna posibilidad de que nuestro mercado interno en cera estampada quede desabastecido de alguna manera al exportar cera?

 No. Dentro de las prioridades de la empresa, está la cera estampada para el mercado nacional. Uno llega al exterior a través de haberse consolidado en el mercado nacional. Uno no puede ir a exportar sin tener un mercado nacional fuerte. Esta es la prioridad. Lo que se envía al exterior es el sobrante de la atención del mercado nacional. En primer lugar, uno prioriza la calidad y la cantidad acá, y el resto es lo que se destina afuera.

Por último, ¿cuál sería el mensaje al productor de nuestro país, que está leyéndote a través de nuestro sitio Infomiel.com?

Por un lado, el mensaje es darle la tranquilidad de que estamos trabajando y exigiéndonos constantemente para brindarle un producto de calidad en tiempo y forma. Por otro lado, en aquellos lugares donde no llegamos, estamos trabajando para que, de alguna manera, puedan probar nuestro producto, y que le llegue con la mejor calidad que nosotros creemos que podemos hacer. Y en cuanto a la actividad, es seguir apostando a esto. Como todos, tenemos vaivenes económicos y climáticos que siempre nos favorecen o nos perjudican mucho; son muy influyentes en nuestra actividad. Se trata de arremangarse, trabajar, mirar para adelante… Siempre hay una luz, ¿no?