El propóleos es conocido desde tiempos remotos por diferentes culturas, y su uso en la medicina fue de gran difusión hasta el surgimiento de la penicilina y el advenimiento de diversos antimicrobianos.

En la actualidad, las resistencias bacterianas a los antimicrobianos ocasionan inconvenientes en los tratamientos. De esta manera, surge la necesidad de utilizarlos de manera racional y generar otras herramientas que los complementen; una de esas alternativas es este producto de las abejas. Es por ello que en los últimos años comenzó revalidarse el propóleos, por ser un producto natural con escasas contradicciones y prácticamente sin efectos colaterales.

La composición del propóleos y sus efectos en la salud depende, entre otros factores, de las fuentes vegetales utilizadas por las abejas, la época de recolección y de la función específica que cumpla dentro de la colmena. De esta manera, se ha encontrado mayor porcentaje de compuestos de interés medicinal en el propóleos que recubre los panales, que en el destinado a reducir el ingreso a la colmena.

Entre las propiedades terapéuticas demostradas, posee actividad antimicrobiana (efecto contra bacterias, virus y hongos), cicatrizante, antiinflamatoria, anestésica, antioxidante y estimulante del sistema inmunológico. La capacidad antibacteriana fue demostrada en numerosos ensayos clínicos con buenos resultados en afecciones de la piel, en cuyos casos es recomendado como complemento a la terapia con antibióticos. Como antioxidante, es utilizado en la conservación de alimentos y suministrado en las dietas para proteger las células de radicales libres. En pacientes con quemaduras ha sido utilizado durante muchos años en varios países de Latinoamérica.

Sin embargo, el propóleos no sólo se emplea en la elaboración de preparados farmacéuticos sino también en alimentos envasados, cosméticos y en la industria química. Teniendo en cuenta que las perspectivas comerciales son buenas, en nuestro país no existe un gran desarrollo de productos que lo contengan como ingrediente.