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El calor pone en aprietos a las abejas

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El calor pone en aprietos a las abejas

A medida que el clima se calienta, los abejorros abandonan las zonas del Sur, pero no se aventuran hacia el Norte.

Los abejorros ya sufren estrés por causa de los pesticidas y la pérdida de sus hábitats. Ahora, hay que sumar el calentamiento global. Un nuevo y largo estudio realizado en América del Norte y en Europa muestra que la elevación de las temperaturas atmosféricas está reduciendo el espacio geográfico donde viven los abejorros salvajes. Estos insectos están desapareciendo de las regiones más sureñas conforme esas regiones se van calentando. Sin embargo, no están migrando hacia el Norte a medida que las latitudes más elevadas se calientan.

“Esa es la sorpresa”, dice Leif Richardson, investigador de economía ecológica en la Universidad de Vermont que codirigió la investigación. “Aún no comprendemos por qué las abejas no están respondiendo de la forma en que otros organismos lo están haciendo”. El patrón general en otros insectos, dice, “es que se están extendiendo hacia el Norte, pero no han perdido mucho territorio en el Sur”. Este mismo fenómeno se observa en numerosos tipos de animales.

Richardson y sus colegas estudiaron más de 400.000 registros históricos y actuales del movimiento de abejas para graficar el número de sesenta y siete especies de abejorros a lo largo de los últimos ciento trece años. En cada período de diez años a partir de 1974, el límite del Sur ha ido retrocediendo tanto en América del Norte como en Europa: ahora está a unos trescientos kilómetros más hacia el Norte de lo que estaba durante el período de referencia entre 1901 y 1974.

Tal como los investigadores resaltan en el estudio, publicado el 10 de julio en la revista Science, la migración hacia el Sur y la detención hacia el Norte son independientes de los cambios en el uso del suelo o en la utilización de pesticidas.

Los investigadores dicen que nadie tiene una buena explicación para ninguna de las dos tendencias. Los expertos especulan que las abejas evolucionaron en las regiones templadas y, por ello, son menos capaces de adaptarse a las temperaturas en aumento en cualquiera de los límites de su dominio. Muchos insectos, como las mariposas, evolucionaron en los trópicos, lo que explicaría por qué permanecen a medida que los climas del Sur se calientan y por qué se mueven hacia los climas del Norte que también se calientan.

En las regiones del Sur que son más cálidas, especialmente en Europa, los abejorros sí parecen moverse hacia altitudes más elevadas en busca de climas más fríos. Sin embargo, ese camino tiene limitaciones obvias. De forma extraña, en las periferias de las regiones del Norte, las abejas se están desplazando hacia elevaciones más bajas, aunque eso sería generalmente hacia temperaturas aún más cálidas. Richardson dice que las abejas podrían estar desplazándose a medida que las plantas que prefieren, como las flores, van declinando en las elevaciones altas y son reemplazadas por otra vegetación –como los árboles–, que las abejas no visitan.

Las abejas salvajes son grandes polinizadores. Su desaparición en el Sur podría amenazar toda clase de flores y plantas, dañar los ecosistemas y reducir el alimento de los animales. Asimismo, la pérdida de estos insectos podría dañar la agricultura, ya que, aunque los apicultores trasladan abejas cultivadas de unas granjas a otras, muchos de ellos dependen de las abejas salvajes para que polinicen los cultivos y los campos de pastoreo. La preocupación, por supuesto, consiste en que, si las temperaturas continúan elevándose, las abejas desaparecerán de cada vez más regiones de América del Norte y de Europa. Y, si los insectos no se desplazan hacia el Norte, también podría ser un obstáculo para que los cultivos y las plantas que comienzan a crecer allí florezcan.

Algunos expertos dicen que la solución es la migración asistida –ayudar a que las abejas se desplacen hacia un área nueva a la que, normalmente, no se moverían–, táctica que ha sido discutida y probada con otro tipo de animales. “Sin embargo, no tenemos mucha experiencia en la migración asistida de las abejas”, dice Richardson, “y creemos que va a ser muy cara”. Este enfoque podría funcionar para comunidades de agricultores locales, reconoce, “pero no es viable para todo un continente”.

Hay pasos más pequeños que podrían contribuir a un mayor bienestar de las poblaciones locales de abejas, dice Richardson. Por ejemplo, la mayoría de los abejorros construyen sus colonias en cavidades en el suelo, pero los cambios en el clima podrían ahuyentar a los animales que producen estas cavidades. En ese caso, los apicultores podrían colocar cajas para sus colonias, o mantener los setos y las orillas de los campos de cultivo donde las cavidades tienden a formarse de forma natural.

Richardson destaca que, hasta ahora, los resultados provienen del estudio de datos existentes. “Lo que necesitamos es hacer experimentos vigorosos para saber si el clima cambiante es lo que en verdad está afectando a las abejas”, dice. “¿El factor importante son las ondas de calor, por ejemplo? ¿O son las temperaturas más cálidas durante un período específico, como el tiempo de anidación o de hibernación durante el invierno?”. Estos detalles podrían revelar otras soluciones, o por lo menos ayudar a los expertos a predecir cuándo las abejas podrían abandonar un área para siempre. 

Fuente: https://www.scientificamerican.com/