Cómo impacta el nuevo impuesto a las retenciones en el mercado apícola

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Cómo impacta el nuevo impuesto a las retenciones en el mercado apícola

Estamos ya transitando la mitad del noveno mes del año. Siempre es bueno recordar cómo empezamos, en qué momento estamos, qué medidas se tomaron hace muy poquito tiempo, cuáles son los países que compran nuestras mieles.

La coyuntura cambió este mes. El gobierno aplicó un impuesto a las retenciones. En lo que respecta a la miel, impacta: son cuatro pesos por dólar; hoy estamos hablando de un diez por ciento del valor de la retención. Pero nosotros entendemos desde ABECEB que esto no llega a compensar la devaluación que se viene realizando desde principios de año, que ya está superando el cien por ciento. Arrancamos el año con un dólar a veinte pesos y hoy estamos en los cuarenta. Entendemos que este cambio de reglas puede llegar a generar un malestar en el productor de la índole que fuere. Sin embargo, todavía tendría que generarse una rentabilidad por la devaluación.

 Si tenemos en cuenta estos cuatro pesos por dólar que se aplican sobre el valor FOB, hay una mayor influencia sobre el precio que se paga por la miel, que es un poco menor. Es cierto lo que vos decís: comenzamos con un dólar a veinte pesos y hoy tenemos un dólar a cuarenta. ¿Se ve en las estadísticas, si es que lo has monitoreado desde aquí, desde ABECEB, que haya habido una diferencia en cuanto al monto final en el que estamos exportando la tonelada de miel?

Los precios de la miel de la Argentina durante 2017 se recuperaron mucho. En realidad, se recuperó el precio del mercado mundial. La miel no es un commodity: es un producto bastante diferenciado, y cada país tiene su estatus de prestigio de miel. Para ir un poco más atrás, a partir de 2014/2015, la invasión de las mieles asiáticas provocaron una depreciación importante de los precios de la miel internacional, y eso también influyó para que la Argentina vendiera a precios más baratos. En 2017, el precio se fue recuperando durante el año, más que nada porque Europa empezó a poner algunas trabas al ingreso de la miel china mediante controles, y el valor llegó a alcanzar los tres mil dólares por tonelada, aunque, hacia fines de 2017 y durante 2018, hubo una tendencia leve hacia la baja. Hoy la Argentina está exportando a dos mil quinientos dólares la tonelada. Los Estados Unidos siguen siendo el principal destino; el cincuenta por ciento del volumen de miel se exporta hacía allá, y después siguen Alemania y Japón. Estos tres destinos principales abarcan el ochenta por ciento de la miel que se exporta, y el restante veinte por ciento está bastante diversificado (alcanzamos veintiséis destinos en total). La miel argentina sigue teniendo un prestigio importante en el mundo, aunque quedan bastantes desafíos por recorrer para el sector, como diferenciar la miel y generar mayor trazabilidad. Sin embargo, tiene bastante reconocimiento, por eso Europa la sigue demandando.

Me quiero detener un segundo porque es algo que fui viendo desde el momento en que se aplicaron estos cuatro pesos por dólar en concepto de retención, como comúnmente le decimos en el campo. Yo soy el exportador; tengo una miel ya comprada, ya pagada al productor, la tengo pautada con mi comprador del exterior —sea el país de destino que sea—; y, de repente, de la noche a la mañana, en un fin de semana, me cambian las reglas de juego. ¿Este costo se puede absorber dentro del negocio de la miel? ¿Habría algún plazo para cargar los contenedores que ya estaban comprados, pagados y pautados con el exterior.

Entiendo que, a partir del acuerdo de comercialización, hay quince días para abonar los impuestos. Este cambio en las reglas de juego va a generar, inevitablemente, algunas tensiones entre el productor y el exportador. El sector apícola tiene un eslabón exportador bastante concentrado, y un sector productor bastante heterogéneo y muy amplio, basado en productores muy primarios. Entendemos que el traslado a precios se va a generar lentamente; los costos en dólares del productor no son muy evidentes. Por ejemplo, hay costos de gasoil que afronta el productor primario, pero que no se trasladan inmediatamente, como la suba del dólar que percibe el exportador. El exportador, por su parte, también tiene costos: por ejemplo, los análisis. Pero, si bien el exportador ve inmediatamente el impacto del impuesto en su rentabilidad, el productor primario también tiene niveles de rentabilidad bastante ajustados. O sea que no va a ser muy fácil poder trasladar esa baja del precio al productor. Por lo tanto, ahí va a haber un periodo de negociación; van a tener que terminar encontrando alguna consideración para salir adelante. Desde ABECEB, entendemos que el negocio tendría que seguir siendo rentable por la devaluación que se viene generando desde principios de año.

 En la respuesta anterior, Hernán, hablabas de los países de destino, con los Estados Unidos —que se llevan casi la mitad del producto exportado— a la cabeza y, luego, Alemania y Japón en menor medida, pero con unas mieles diferenciadas. Hablaste de generar mayor trazabilidad y mantener ese buen nombre que, según tus palabras, tiene la miel argentina. ¿Creés que ese es el camino que debe seguir un productor o toda la cadena apícola argentina?

 En principio, entiendo que la cadena tiene que trabajar en conjunto. Si no hay una integración en la cadena, difícilmente se pueda generar o seguir manteniendo la credibilidad y el estatus de la miel argentina en el exterior. La miel argentina no tiene la diferenciación que, tal vez, tiene la del Brasil o la de México. Ni hablar de Nueva Zelanda, que tiene una miel totalmente diferenciada y un reconocimiento por su floración, por su estatus sanitario. Sin embargo, la Argentina tiene bastantes recursos como para ir en ese sentido, hacia mieles diferenciadas, que sean orgánicas y que puedan aportar un valor agregado a la rentabilidad tanto del exportador como del productor primario.

Teniendo en cuenta estas posibilidades que nos estás marcando, Hernán, de seguir dándole un valor diferenciado a la miel, ya sea por floración o por una producción orgánica, te hago la siguiente pregunta: ¿hay límite para eso? Se habla mucho de producción orgánica, de demanda de productos orgánicos. ¿Hay techo para eso, o el mundo va demandando de a poquito cada vez más miel orgánica? ¿Se puede saber eso?

El mundo desarrollado y nuestros principales destinos —los Estados Unidos y la Unión Europea— van camino a un consumo más saludable. Los productos orgánicos, en general, ya están bastantes instrumentados en Europa y Norteamérica —los Estados Unidos y Canadá— con sus propias certificaciones. La Argentina también tiene sus certificaciones hacia esos destinos, y entendemos que nuestros principales países destinatarios tienden a consumir esas mieles. No olvidemos que la invasión de mieles asiáticas de mucha menor calidad implica que los comercializadores europeos cortan esas mieles baratas con mieles de calidad. Muchas veces, el europeo no compra solo mieles orgánicas o diferenciadas, sino que homogeneiza esas mieles de calidad superior o diferenciada con mieles de menor calidad, como las chinas, y las comercializa dentro de su mercado. Entendemos que ese no es el camino; la tendencia sería ir a lo más saludable y orgánico, que es a lo que apunta Europa.

Quiero dedicar este párrafo final para el después de este cambio coyuntural, estos cuatro pesos por dólar. Ustedes, en ABECEB, están siempre acompañando desde el punto de vista de asesorar y hacer más real y más rentable la economía. ¿Se puede esperar que el cambio se mantenga en el tiempo y que, de acuerdo con los grandes parámetros económicos, se eleve aún más este porcentaje que se le aplica hoy a la exportación de miel?

El gobierno ya ha reconocido, apenas dispuso las medidas, que el impuesto es malo; que no es deseable; que hay una fuerza mayor, que es la estabilidad macro económica y el ajuste del déficit fiscal, y es ahí adonde se apunta primeramente. El buen signo que puede tener este impuesto es que es peso sobre dólar y tendería a licuarse en el tiempo. Por lo menos, se puede visualizar desde ese punto que el impuesto no se va a mantener en el tiempo. De hecho, el decreto establece que es hasta el 31 de diciembre de 2020. Nosotros creemos que debe ser una medida totalmente transitoria para poder ajustar lo que ya te digo, que son las cuentas macroeconómicas, y poder pensar en mayor competitividad después, desde otro lado, con la mayor estabilidad que le generan al productor otras posibilidades, ya sea desde el lado financiero, ya sea desde las oportunidades para exportar. Esto tendería a ser algo totalmente coyuntural y debería ser transitorio.

Quiero agradecerte la entrevista, Hernán. Muchas gracias a vos y a toda la gente de ABECEB, que tienen las puertas abiertas siempre que necesitamos algo.

Al contrario, muchas gracias a ustedes. Siempre son bienvenidos cuando lo deseen.