Apiterapia: el regreso de una técnica milenaria

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Apiterapia: el regreso de una técnica milenaria

Actualmente, el veneno de abeja se utiliza para la hipertensión, la prevención de infartos y para disminuir el dolor y la inflamación en algunas enfermedades, como la artritis y la artrosis. Cada vez más personas se inyectan veneno de abeja para tratar las más variadas dolencias y enfermedades. Esta técnica milenaria se llama apiterapia y se practica para restablecer la salud o mantenernos sanos por medio del uso de la apitoxina (veneno de abeja) y de los otros productos de la colmena.
El doctor Julio César Díaz, fundador y primer presidente de la Asociación Argentina de Apiterapia, asegura que los beneficios de la apitoxina incluyen un amplio espectro: desde corregir y mejorar el sistema inmunológico hasta estimular la hipófisis para poner en marcha todo el sistema glandular. También señala que “ayuda a bajar la presión arterial, disminuye el azúcar en sangre, previene infartos y estimula el rejuvenecimiento celular al obligar al cuerpo a eliminar células viejas”.
Existen muchas maneras de aplicar la toxina de abeja, pero las más comunes son las inyecciones de veneno, las cremas y las cápsulas, entre otras preparaciones.
La Asociación Argentina de Apiterapia estima que, en la Argentina, más de sesenta mil personas usan apitoxina inyectable para tratar las infecciones resistentes a los antibióticos, la artritis, la artrosis y las enfermedades como el lupus, la esclerosis múltiple y la diabetes.
Los mejores resultados de la apiterapia se observan en las enfermedades osteoarticulares, ya que la apitoxina regenera los tejidos, alivia el dolor y posee un efecto desinflamatorio.
El doctor Díaz explica “que, en muchos casos, se utiliza como tratamiento recuperatorio, aunque no siempre alcanza el ideal de curación”.
Como en cualquier tratamiento, los resultados dependen del paciente y de la enfermedad que esté atravesando. En algunos casos, el dolor y la inflamación se desvanecen luego de las primeras sesiones, y, en otros, el paciente debe prolongar el tratamiento para lograr cambios significativos.
A pesar de no estar totalmente aceptada por la medicina occidental tradicional, los adeptos a esta terapia y los profesionales que la estudian no la toman como una vía alternativa. El doctor Díaz asegura que la apiterapia “brinda respuestas a muchos problemas en los que la medicina oficial no ofrece tratamientos o son deficitarios”.
Al tratarse de una toxina, no todo es color de rosa; por supuesto, existen contraindicaciones. La principal es la probable alergia al veneno de abejas, lo que prohíbe totalmente este tipo de terapia. El resto de las contraindicaciones son muy raras y de escasa importancia. Normalmente, los profesionales que usan la apitoxina
realizan el test de alergia en la primera consulta y antes de cualquier aplicación.
Los beneficios de esta terapia natural están adquiriendo fuerza en todo el mundo y llaman la atención de los médicos y científicos. Los profesionales de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, en Saint Louis, publicaron en el boletín Antiviral Therapy que una toxina que compone el veneno de abeja podría destruir el virus del HIV.
Otras instituciones, como la facultad de Medicina de la Universidad de Georgetown, en los Estados Unidos, desarrollan estudios para determinar si la apiterapia se puede considerar un tratamiento válido para la esclerosis múltiple.
En otros países, como Cuba, la apiterapia es una especialidad médica, y, en el Uruguay, los productos que contienen apitoxina están aprobados en el circuito comercial y son recetados por los especialistas en los hospitales estatales.