“A partir del 2019 Estados Unidos recibirá solamente tambores nuevos” entrevista a Javier Nascel, presidente de NEXCO.

Recomendaciones técnicas para apiarios en regiones inundadas
12 julio, 2018
Se viene la FILAPI de Montevideo
1 agosto, 2018

“A partir del 2019 Estados Unidos recibirá solamente tambores nuevos” entrevista a Javier Nascel, presidente de NEXCO.

"Entrevistamos al Dr. CIRO INVERNIZZI, Coordinador Cientifico del XIII CONGRESO LATINOAMERICANO DE APICULTURA el cual se desarrollará en Montevideo (Uruguay) del 2 al 5 de agosto próximo"

Javier este es un año que podríamos fragmentar, en primer lugar quisiera hablar un poco sobre la producción. Veníamos complicados en el arranque por una sequía y después se fue acomodando. ¿Cómo lo fueron monitoreando ustedes?

La evaluación que nosotros tenemos de la cosecha es tal como lo decís vos. Cuando arrancamos, pensamos que la sequía iba a tener un impacto mucho mayor. Creo que la buena primavera, con toda la lluvia que trajo, ayudó mucho a las primeras cosechas, las de primavera. Después, hubo un efecto de menor producción en las cosechas de verano, debido a las sequías y, finalmente, se recuperó un poco. Nuestra evaluación de la cosecha es, tal vez, un poquito por debajo de la media, un poco menor que el año pasado también. Pensamos que la Argentina va a poder comercializar este año unas
sesenta mil toneladas aproximadamente.

Sesenta mil toneladas. En estos primeros seis meses, el año fue muy cambiante, sin ninguna duda. Nuevamente, comenzó el año (enero y febrero) con volúmenes no muy grandes.

Sí, el mercado arrancó muy lento. Además, yo diría que no solo este año, sino que ya se percibía en el último trimestre del año pasado una lentitud en la toma de posiciones, también con inventarios grandes en el exterior. Comenzó lento y con precios que, si inicialmente fueron mejores, se han ido deteriorando a medida que transcurría el tiempo debido a una mayor oferta que demanda. No obstante, como conversábamos recién, antes de esta entrevista, vemos que, tanto en enero como en febrero, se embarcaron cuatro mil toneladas por mes, pero, en los casi cuatro meses seguidos
posteriores, los embarques ya están promediando la seis mil toneladas mensuales, lo cual, en cierta manera, explica la baja de precio, pero también el aumento del precio comercializado y la disminución del remanente en el país.

Un hombre de Nexco, el ingeniero Norberto García Girou, investiga el mercado de la miel desde hace muchos años. Según sus propias palabras, este mercado aumentó de cuatrocientas cincuenta mil toneladas que se comercializan internacionalmente a un poquito más de seiscientas mil toneladas. Es indudable que, y cualquier productor lo sabe, cada vez cuesta más tener una mayor producción; sin embargo, el mercado aumentó muchísimo. ¿Esto continúa así, Javier?

Sí, si uno analiza los números, como Norberto lo hace en forma muy frecuente, el mercado mundial de la miel aumentó. Si bien, por ejemplo, el consumo en Japón es bastante estable, en otros lugares está creciendo. Eso explica el mayor movimiento de compra y venta de miel, pero, al mismo tiempo, cuando uno ve el comportamiento de quienes están exportando esas mieles, se percibe un claro aumento de los países asiáticos. Como vos decís,
lamentablemente, la producción en los países que nosotros podemos llamar de mieles puras se hace cada vez más difícil. Cuando uno ve los gráficos de la capacidad de producción de muchos países productores de miel versus el aumento del consumo, se pregunta cómo hacen los demás países asiáticos para producir tanta miel con su capacidad instalada. La verdad, estas son preguntas que hoy no tienen una respuesta para nada clara.

Vuelvo a lo que ha sido este año para el productor argentino. Hasta Semana Santa, el valor de la miel, de acuerdo con la cotización del dólar en ese momento, estaba en dos dólares y un poquito más también; después, vino una falta de demanda muy grande; y ahora tenemos una realidad muy diferente, aunque en las últimas dos semanas el precio en pesos se ha ido recuperando, sin llegar, por supuesto, a lo que era el valor de aquel momento.

Sí, como decíamos, el mercado externo fue actuando lentamente, y eso trajo como consecuencia un aumento de inventarios en los países de origen, y también en la Argentina. Creo que llegó a un punto máximo en marzo y abril, cuando la cantidad comprada acá llevó a grandes inventarios.
Tengo la sensación de que las dificultades de ese período (la imposibilidad de comprar en forma habitual, los problemas de tipo logísticos, los problemas de limitaciones comerciales y financieras) tienden a resolverse, teniendo en cuenta los niveles de embarque de seis mil toneladas por mes que experimentamos desde ya hace cuatro meses. Por tanto, como vos bien mencionás, vamos a ver un mercado más fluido, más balanceado en términos de oferta y demanda, así que yo creo que la peor parte de esa crisis —las
dificultades para comercializar y la reducción de precios en dólares— se está terminando, y estamos entrando en otra etapa. Tampoco nos podemos olvidar que entramos en ese período con dos meses de modificación en otro tipo de cambio, lo cual, en un mercado poco demandado y muy estoqueado, no repercute en forma inmediata o en forma favorable. Muchas veces, la ventaja que debería ser un aumento de precios en lo local se transforma en una baja en dólares en los precios en el exterior. Eso también ha ocurrido, y me parece que el efecto brusco de modificación del tipo de cambio ya tuvo su consecuencia en el precio externo, y vamos a entrar lentamente en otra etapa de recuperación.

Queda muy claro, Javier, que en cada uno de nosotros el bolsillo tiene una dimensión y, cuando no se puede vender, no hay posibilidad de seguir comprando. ¿Hay una explicación? Porque, de repente, se deja de comprar a la Argentina, como ha pasado con Chile o con el Uruguay, y vienen mieles de otros lados, mieles que no son mieles, y se achica el stock en los importadores.

Bueno, en general, cuando comienzan los procesos de reducción de precios, la primera reacción viene del lado del comprador, que retrasa las compras. “¿Para qué voy a comprar algo hoy que puede estar más barato mañana?”. O sea, se maneja mucho la expectativa, y esa demora en la decisión genera una reducción de la demanda. La segunda consecuencia es el stock: como acá se trabaja por stock, lo que hoy está sucediendo acá es lo que ya pasó hace ocho meses afuera. Esta diferencia de entre ocho y nueve
meses es importante. En un mercado en baja, el comprador no quiere tener un stock más caro que la competencia, entonces, trata de generar o comprar un stock más bajo de lo que tiene la empresa en sí. Eso produce una segunda fase, que es la reducción de stock. En realidad, la combinación de estos dos factores es una expectativa a la baja de precios que provoca una demora de compra, y esa demora permanece en el tiempo y genera también la reducción de stock. Ambas cosas han ocurrido, como han pasado otras tantas en tantos años, y explican esa sensación —o esa realidad, más que
sensación— de que el mercado no está traccionando lo que debería en determinados períodos, pero hay que mirarlos como períodos.
Normalmente, después de ese período, ocurre lo contrario: en algún
momento, las expectativas de baja se terminan, el stock se limita, y la necesidad de compra aparece. Venimos de un período de mucho stock y con expectativa baja de precio, lo que explica el deterioro del precio.

Teniendo todo esto en cuenta, Javier, uno se pregunta lo siguiente: ¿son varios los factores para que el mercado se encamine a la baja? ¿Puede haber una cosecha muy grande en algún lado; puede haber un excedente de stock, como pueden tener los importadores; puede haber una oferta muy grande de parte de países como el nuestro; es una mezcla de razones; o hubo algún
factor que dio el puntapié inicial para que comenzara un mercado en baja?

En general, es una combinación de factores. Yo incluiría los que vos mencionás y muchos otros. A veces, uno no los tiene en cuenta, pero las diferencias de tipo de cambio que hay en el mundo, los cambios de la tasa de interés, la posición política del país en determinada situación, etc., son infinitas variables adicionales que afectan lo que uno entiende como el mercado físico. Lamentablemente, estamos viendo, en el comercio mundial, un cierre de fronteras —más que una apertura— y mercados cada vez más proteccionistas. Por ejemplo, uno ve una diferencia de precios, como hace muchos años no se veía, entre mieles americanas y buenas mieles, como pueden ser las canadienses o las argentinas. Hay cosas que se explican en contexto y con variables que no necesariamente tienen que ver con la cantidad de cosecha o con la fuerte demanda; hay otro tipo de variables que también, en todos los casos, componen una mezcla de situaciones. Lo que sí sabemos es que no existe un problema de baja del consumo global. Estamos trabajando con un producto estable, que demuestra una suba en el consumo.
Sin embargo, notamos claramente que, en una parte grande del mercado, sobre todo la que utiliza miel de tipo industrial, o las mieles que se venden como ingredientes de otros productos, existe un aumento de la participación de las mieles asiáticas, de precios mucho más bajos y que, en cierta manera, limitan los segmentos de mercado que la Argentina tiene que abastecer porque el productor argentino no puede producir mieles a esos costos. Por lo tanto, ese mercado está mucho más limitado por nichos, y ese es un proceso
que se observa en los últimos tres años. Al mismo tiempo, la Argentina va encontrando esos nichos, va recuperando más alternativas, y, actualmente, la distribución de nuestras ventas es mucho más armoniosa. Creo que, pensando en un mediano y largo plazo, es sano diversificar los riesgos en un mundo complejo. Pienso que estamos construyendo una fortaleza, a pesar de las dificultades que hemos tenido en los últimos años.

Permitime recalcar algo que incluiste en esta última respuesta, cuando te referís a la baja en el precio de la miel. Los factores que influyeron son la tasa de interés alta, la variabilidad cambiaria, la parte geopolítica de países como el nuestro. ¿Interpreté bien?

Sin duda. El mercado global se mueve considerando todas las variables. Si, por ejemplo, el tipo de cambio del dólar canadiense se modifica contra el dólar americano, a nosotros nos afecta; si nuestro tipo de cambio se modifica bruscamente, también nos afecta a nosotros y a otros. Lo mismo pasa con el fortalecimiento de la moneda americana con relación a todas las monedas por el aumento de la tasa de interés que está decidiendo la reserva
federal. La baja de impuestos de los Estados Unidos, que es un tema macro, por más que uno se pregunte qué tenemos que ver con eso, también nos afecta porque hace más competitivos a los americanos o porque motiva más la utilización de mieles norteamericanas, en lugar de otras. Hay múltiples factores; la tasa de interés, obviamente, porque estamos hablando de un producto que necesita stock, y tener stock a determinado costo no es lo mismo que tenerlo a otro, y ni hablar de las limitaciones para obtener una línea de crédito, que, en países como el nuestro, constituye otro factor
importante. Sin duda, todas estas cuestiones nos han afectado y nos seguirán afectando.

Retomo el año que transcurre. Hablando exclusivamente de la Argentina, durante los primeros cinco meses del año, exportamos un poco más de 30.400 toneladas. Los Estados Unidos continúan siendo nuestro principal destino, con el 47 %, y Alemania, el segundo destino, con el 18 % o un poquito menos. Has dicho que, seguramente, julio finalizará con unas cinco o seis mil toneladas exportadas, lo que significa un total de treinta y cinco o treinta y seis mil toneladas exportadas durante los primeros seis meses. ¿Cuánto nos queda? Pregunto esto en función de que el año va pasando rápidamente. ¿Habrá algún volumen que afecte la comercialización
para el año 2019?

El mercado se mueve anticipadamente, o sea que a las treinta y cinco mil toneladas—por decir un número estimado de miel ya embarcada— tenemos que sumarle la miel que ya está comercializada y está pendiente de embarque. Siendo muy conservador, digamos que uno debería prever tres o cuatro meses a cinco mil toneladas por mes, que es algo razonable, y ahí ya
tendríamos un sobrante para el año próximo, lo que nos parece muy poco probable.

 ¿Lo peor de la tormenta pasó, entonces?

Nosotros creemos que, en cuanto a los precios, tuvimos dos o tres meses muy muy duros, que resultaron de la coincidencia entre el tipo de cambio y la devaluación. Esta combinación de factores aceleró una baja en el precio que tenía la miel, y me parece que esto ya está en la recta final. Lo que sí tenemos que tratar de encontrar es un equilibrio en los valores, que sea sustentable en el tiempo para poder planificar la actividad en forma más racional. Estas subas y bajas bruscas son muy negativas y terminan dejando a mucha gente fuera del juego: muchos productores menos, menos capacidad
productiva, falta de inversión en el sector, mucha pérdida de empleo, menos mano de obra. Creo que tenemos que tratar de lograr un margen de precios mayor y que se pueda planificar la actividad con un horizonte un poco más largo.

Quisiera mencionar tres o cuatro temas finales, que no se refieren al mercado de la miel, pero afectan la realidad del productor o de nuestra cadena en su totalidad. El 27 de abril, el SENASA recibió sendas cartas de dos asociaciones de compradores y empacadores de los Estados Unidos, en las que manifiestan que, a partir del 1° de enero de 2019, solamente se van a recibir envases nuevos. ¿Esto es así?

Sí, las cartas las hemos recibido nosotros. También tenemos
muchísimos contratos donde lo establecen así. Creo que en este sentido se avanzó mucho. Todavía hay cosas pendientes de implementación, pero, si nosotros comparamos, por ejemplo, la calidad de los tambores que tenemos en depósito y que hemos comercializado este año versus la que teníamos hace dos años, hemos mejorado muchísimo. Tenemos que terminar ese proceso; tenemos que estar en igualdad de condiciones con el resto de
nuestros competidores en términos de calidad de envases. El envase es un ingrediente más de la calidad del producto, y no se lo puede diferenciar.
Pienso que el productor hizo un gran esfuerzo durante este año para hacer el cambio porque, obviamente, el costo es mayor, y eso genera temores. Hay que entender cuál es la relación costo-beneficio, porque es cierto que los tambores nuevos son más caros, pero también va a haber un beneficio si la situación mejora. A veces, eso no se ve con claridad en el mercado y confunde, pero yo creo que ya estamos en un camino sin retorno. El mercado pide una normativa y hay que cumplir con ese requisito. Nosotros ya estamos en pleno cambio; ya casi no trabajamos más con tambores reciclados; lo que
hay es remanente. La idea es que nadie se vea perjudicado, pero la cantidad de tambores reciclados que se comercializa es cada vez menor.

El glifosato en la miel también ha sido tema de los últimos dos o tres años. ¿Qué se puede prever en los próximos años?

Cuando se observa el tema de la calidad de la miel, debemos recordar que, durante muchos años, se habló de todas las contaminaciones que derivaron de las buenas prácticas apícolas. La segunda generación de problemas derivó, en mayor parte, de las contaminaciones ambientales de los herbicidas, como el glifosato. Todos están en esa gama de contaminación, por llamarla de alguna manera, que afectan la calidad del producto. El glifosato es un tema que empezó hace tres años. Desde el primer momento, lo conversamos y dijimos lo complejo que era el tema de los herbicidas y de las contaminaciones ambientales que derivan de ellos. No se trata de lo que hace el productor, sino de la ubicación de las colmenas y de lo que ocurre en el entorno ambiental donde están. Tenemos tres años de experiencia con el glifosato y lo que podemos sintetizar es que se han armonizado los métodos.
Actualmente, lo que se controla en distintos laboratorios tiene niveles de resultados mucho más estables y consistentes que lo que teníamos tres años atrás —hay diferencias muy grandes—. La segunda razón es que creo que aprendimos a reducir algunos niveles un tanto inexplicables que se encontraban en las primeras mieles. También observamos que, evidentemente, se encuentra glifosato en la miel porque es de amplio uso en la Argentina, pero los niveles que estamos encontrando son menores. En general, en su gran mayoría, estarían dentro de las especificaciones de los mercados, sobre todo, de los europeos, que poseen mayores exigencias al respecto. Lo que está ocurriendo es que, aunque parecía que, tres años atrás, no íbamos a poder vivir con esto porque era muy complejo, se puede
controlar, se está haciendo, a pesar de que una gran parte de la miel está por debajo de los niveles establecidos y todavía hay mucho por hacer en cuanto a los controles de la utilización de todo el paquete que se usa en agricultura.
Creo que, en ese sentido, las buenas prácticas fueron mucho más abiertas en el nivel oficial y en el de los agricultores. En la Argentina, como en otros lugares del mundo, las buenas prácticas y el uso racional han prevalecido, y se prohibió el uso de productos que eran riesgosos. Establecer una regulación al respecto es una muy buena noticia para el apicultor y para las abejas, que
muchas veces son afectadas por todos esos químicos y por esa batería tecnológica, que juega totalmente en contra.

Te hago dos preguntas finales, Javier. Por un lado, quisiera que nos expliques lo que significa ese volumen de miel de países asiáticos fabricados de la noche a la mañana y los destinos a los cuales va: seguramente, Europa, los Estados Unidos y algún país que no sea China, debido al arancel. ¿Se sigue sin analizar tanto la entrada a los Estados Unidos o a Europa de esas mieles por resonancia magnética, que, en definitiva, pareciera ser el método que detectaría amplios volúmenes de jarabe de arroz?

Bueno, ahí tenemos un gran problema, que es la armonización del método de control que define qué está adulterado y qué no. El método de armonizado vigente hoy en el mundo es el carbono 13, que todos conocemos y que funciona muy bien con mieles adulteradas con plantas del ciclo 4, pero no funciona con los adulterantes de plantas del ciclo 3. Como consecuencia, surge la necesidad del mercado de introducir un sistema de control mundial
transparente, consistente y armonizado. Eso todavía no lo hemos logrado.
Sin embargo, se avanzó mucho con la resonancia magnética nuclear (NMR), que es un método adicional para evitar los riesgos de comprar mieles adulteradas o que, posteriormente, puedan ser declaradas mieles adulteradas. Lamentablemente, eso no se practica oficialmente, aunque sí en forma privada en muchos lugares. Hemos notado varios avances concretos por parte de muchos compradores, sobre todo, de aquellos que están más expuestos por su posición en el mercado o por potenciar el desprestigio que significaría un tema semejante en la opinión pública. Existe un incremento del tratamiento de esta problemática en la opinión pública mundial. Hace diez años u ocho años, casi no hablábamos de este tema. Hoy en día, casi cualquiera comparte el diagnóstico o conoce la problemática o la magnitud del problema. Ahora estamos en la fase de establecer los métodos; tienen que ser métodos claros, con NMR. Siempre existió la discusión de las otras partes que decían que dependían de la base de datos, que la base de datos no era completa; o sea, todavía hay discusiones técnicas que no permiten que esto se implemente a la velocidad que quisiéramos. Existen otras
técnicas de estudio: hay universidades que están patrocinadas en Europa; también, hay un inicio de estudio en la farmacopea de los Estados Unidos; hay organizaciones oficiales que están trabajando con la industria, pero también con universidades y con técnicos para encontrar y armonizar un método o, tal vez, varios que permitan identificar las mieles que podrían estar adulteradas con azúcares de plantas del ciclo 3. Ese método aún no está vigente; por esta razón, se ven los números tan altos de exportaciones de algunos países, pero estamos convencidos de que ya estamos en la etapa de
trabajo, ya no de diagnóstico político o de denuncia del tema, sino en la etapa de trabajo técnica de campo y de desarrollo de armonización de métodos. Una vez que tengamos eso, se va a pasar a la fase de control y, cuando eso suceda, vamos a estar hablando en otros términos de la apicultura de proyección y de planeamiento. Me da la sensación de que, si observamos este tema con otra perspectiva, se trata de un ciclo de diez años porque las adulteraciones son bastantes recientes. Uno piensa que ha sido
toda la vida, pero no es así. Creo que estamos en la fase final, que no debería llevar más que unos pocos años, para que tengamos absoluta claridad, tanto oficial como metodológica, y el control para eliminar o reducir drásticamente este tipo de producto en el mercado.

Te pido un mensaje final para el productor que te está escuchando.

Como siempre, nosotros le estamos agradecidos al productor porque, aún en situaciones tan cambiantes y tan poco motivadoras, que, a veces, generan cierta frustración por la falta de resultados, las dificultades de precio, las dificultades para producir miel, realmente hay un compromiso en la historia y en la cultura argentina de los productores para producir miel.
Para nosotros, es un honor y un orgullo que esto sea así, y estamos
permanentemente agradecidos. Asimismo, me parece que, en los próximos años, vamos a poder pasar a otro capítulo y poder proyectarnos de otra manera, a pesar de que eso no suceda a la velocidad que uno quisiera. Para eso, tenemos que hacer bien los deberes; a veces, esto cuesta porque hay que hacer deberes cuando los demás no hacen nada y uno no obtiene un beneficio; al contrario, tiene que pagar los costos, pero creo que hay que seguir insistiendo en la trazabilidad, en mejorar los envases, en trabajar como el apicultor en la Argentina sabe hacerlo. Creo que lo bueno que tenemos en la Argentina es que no hay que explicar tanto; el productor sabe hacer las cosas bien e ir para adelante. La situación se va a ir acomodando. Este fue un año de mucha volatilidad en muchos factores, y la miel no fue la excepción, pero vamos a terminar el año con mejores expectativas de las que se están
viviendo hoy en día.